Estimado lector: debo confesarme

Aitor TorviscoAitor Torvisco
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Estimado lector: debo confesarme
- Aitor Torvisco
Estimado lector, hoy le debo una confesión. Esta columna que se dispone usted a leer no tiene nada que ver con la que ya estaba terminada cuando el partido iba 4-1.

Sin cebarme con el Sevilla, me atreví a señalar todas sus carencias de ayer (hubo varias) para concluir que no había aprendido la lección del año pasado. Nada más lejos. El único que no había aprendido la lección es un servidor; obligado a borrar y a reescribir sus palabras como penitencia por olvidar que es obligatorio confiar en la casta, el coraje y la fe de esta plantilla de campeones.

Al margen de la derrota, ayer Adil Rami lo dio todo durante 120 minutos pese a jugar muy mermado; Krychowiak aguantó con amarilla desde el 15' y jugó toda la prórroga con un dolor en el costado; Vitolo soportó calambres y pinchazos en el aductor...

Me lo prometí a mí mismo y hoy se lo prometo a usted: nunca (ni siquiera después del 5-4) dejaré de creer en este Sevilla que aún tuvo fuerzas para levantarnos del asiento tres veces más con el cabezazo de Coke, la arrancada de Mariano en el alargue de la prórroga y la postrera ocasión de Rami. Dicen que nunca se rinde y ayer volvió a demostrarlo.
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