En un partido entre eternos rivales sucede como en las encuestas: si el resultado no habla por sí mismo, entran en juego miles de lecturas y de interpretaciones para barrer para un lado o para otro; o, lo que es lo mismo, para maquillar la realidad según convenga.
Para Eduardo Macià, "el Betis fue mejor" y tuvo "más intención". Para José Castro, "el Sevilla mereció ganar porque tuvo las ocasiones más claras" y porque "intentó jugar y el otro equipo no le dejó, con faltas".
Por su parte, Unai Emery considera que a su equipo le dio de sobra para vencer, aunque admite que, con el plantel que tiene, el Sevilla "debió hacer mucho más"; mientras que Mel se limitó a destacar la mejoría de un Betis más físico y sólido, pero negó la mayor al decir que "nunca firma un empate"; algo contradictorio, pues Sergio Rico ni la tocó.
Ni para unos, ni para otros. Si bien la tensión y la intensidad no faltaron, fue un 0-0 tan de manual que podrían haber seguido jugando hasta el amanecer y el marcador no se habría movido. Y se lo dice un extremeño, de los que sienten este partido como propio; de los que después de 15 años en la capital andaluza también puede sentir el cosquilleo y los nervios que anteceden al mejor derbi de España... pero al que no le va nada en juego ni tiene preferencia alguna entre Heliópolis o Nervión. Y, partiendo de esa misma objetividad, tan justo es valorar el buen trabajo
Aitor Torvisco
