Opinión

Ni convicción de competir ni ambición para golear

Aitor TorviscoAitor Torvisco
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Ni convicción de competir ni ambición para golear
Momento en el que Joaquín entra al campo por Petros. - Aitor Torvisco (07/01/2016)
Si ustedes ya saben que el primero de los dos derbis coperos quedó 0-2 y no han visto aún nada del partido, sepan que les valdrá con mirar cinco minutos, los que van desde el 77 al 82, para saber de qué fue una película condicionada por la crisis de identidad que sufren, en distintos grados, los dos equipos hispalenses.

Ya con 0-2, el Sevilla tenía en el campo a Banega, que tiró dos veces al poste, a Reyes, a Kono y a Gameiro. A esas alturas, a un Betis que no presionó en todo el encuentro ya no le quedaba ni el orden para agarrarse, pero los nervionenses, no muy sobrados de confianza, no quisieron cebarse mientras los locales contaban los minutos que le quedaban para irse a casa, ya que nunca tuvieron la más mínima convicción de ganar.

A esta plantilla tan cogida con pinzas le sobra la Copa del Rey y bastante tiene con apagar el incendio que para muchos originó las palabras de Mel y estabilizar su rumbo en Liga. Ese sentimiento es compartido en todos los estamentos del club heliopolitano, pero el hecho de que el rival que les tocó en suerte fuese el Sevilla les obligaba en teoría a disimular y a competir contra su eterno rival. Sólo en teoría, ya que nadie en el Betis dio muestras de creer en hacer una buena eliminatoria.

Primero, porque Mel salió sin las cuatro patas en las que se asienta su equipo: Adán, Ceballos, Joaquín y Rubén Castro. Y, segundo, porque eso fue un mensaje letal a unos jugadores cuyas caras lo decían todo, como la del canario, cuando falló el penalti que le regaló Kolo.

Como aquel pescador que devuelve al agua al pez que ya da sus últimos aletazos, los visitantes recogieron el sedal y el central galo (que por muy tranquilo que tenga el día siempre se mete en algún lío) le dio a los béticos la oportunidad de volver a la vida. Pues ni por esas.

Esos cinco minutos simbolizaron el resto de un duelo en el que tanta convicción le faltó al que no quiso competir como ambición al que renunció a golear.
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