No conozco en absoluto la vida familiar de Juan Merino, pero el entrenador del Betis tiene toda la pinta de haber crecido teniendo que aprovechar la ropa y los libros usados por hermanos mayores, primos o vecinos. Me atrevería a decir que en casa del linense no se tira la comida que sobra, sino que se guarda para el día siguiente y se aprovecha.
Salvando las distancias, así se pueden resumir, a grandes rasgos, sus primeros 40 días al frente del primer equipo. Aprovecha lo que a Mel no le servía y convierte aparentes retales en prendas que abrigan a un Betis que aún tiene mucho que mejorar, pero que ha ganado en nutrientes y ya no baja los brazos. Antes, un gol en contra era el apocalipsis. Ayer, empató a los dos minutos. Debe ganar más para escapar del pozo pero, mientras lo consigue, amarra valiosos puntos. Siete de 15, para ser exactos. Y es que este Merino nunca tira nada.