En el mundo del fútbol, como en la vida misma, o eres un potentado al que le sobran los recursos, o te lo tienes que currar muchísimo más que los demás. En unas economías tan desiguales como las de la Liga, o tienes millones a espuertas para comprar a impulsos y sin mirar precios, o tienes que ser sigiloso y llegar antes que nadie.
Getafe, Málaga, Levante o Eibar son ejemplos de clubes que madrugan y llegan al mercado antes que sus rivales para llevarse los mejores productos en la siempre perseguida relación calidad-precio.
En ese grupo debería estar el
Betis. Sin embargo, lejos de ser puntuales, en La Palmera sufren el síndrome de la eterna impuntualidad.
No es cuestión de criticar o defender a los
Mel, Merino, Macià, Alexis, Stosic, Guillén, Ollero, Haro o López Catalán. No es necesario personalizar para aseverar que se precisan personas capaces de evitar que los cacareados "proyectos a medio-largo plazo" se autodestruyan en pocos meses.
Que se apueste por una determinada metodología y que se acabe la interinidad en el palco, los despachos y el banquillo. Sólo así se puede planificar bien y crecer como equipo y club.
Hoy en día, cuando muchos clubes avanzan ya en la plantilla de la 16/17, en el
Betis suenan nombres que deberán esperar a que se construya el nuevo organigrama, pues todo indica que
Macià no continuará. A este ritmo, con tanta espera, es de prever que se escapará lo poco 'bueno, bonito y barato' y que lo que vendrá, será tarde y mal. ¿Les suena de algo?
Aitor Torvisco
