El análisis del Celta-Sevilla

Pragmatismo determinante

Aitor TorviscoAitor Torvisco
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Pragmatismo determinante
Iborra hizo el primer tanto con un buen testarazo a saque de esquina. - Aitor Torvisco
Está claro que este Sevilla quiere que se le recuerde por cómo gana. Pretende agradar con su juego y, si para ello es necesario exponer atrás, pues arriesga y ya está. Eso sí, como diría aquel, exponer por exponer es tontería. Darse cuenta de esto, ser más pragmático que de costumbre, fue la llave que abrió la puerta del triunfo en Vigo. Porque, de inicio, Sampaoli recuperó su estilo más reconocible. Entre Sergio Rico y Ben Yedder, puso tres líneas de tres hombres: la de los centrales; la de N'Zonzi y los dos carrileros (un Mariano muy mermado físicamente y un notable Sarabia) y la de Nasri escoltado por Vitolo y un 'Mudo' con un cansancio sempiterno.

Pero ese Sevilla dejó dos caras. Una, con el balón. Sobando la pelota se siente cómodo y, aunque sufría con la presión alta del Celta, cuando la superaba tenía metros para correr y para que Nasri filtrase pases interiores. De ahí salieron las mejores llegadas al área rival. Una vez ahí, volvió a pecar de querer meterse hasta dentro y de dar tantos toques que, al final, se acaba olvidando de armar el disparo. Por algo el Sevilla es el equipo con el mayor porcentaje de goles conseguidos desde dentro del área.

La otra cara, la peor, la ofrecía sin balón. N'Zonzi estaba demasiado solo y cada pérdida dejaba desnudo al equipo, obligando a defender en inferioridad y en espacios muy abiertos.

Por eso, más allá de los tres goles que luego anotaría Iborra, el acierto de Sampaoli sacando al valenciano (por lesión de Pareja) estuvo en el orden que encontró. Más organizado, con una zaga de cuatro que luego volvería a cambiar, ya no sufría tanto sin balón. De hecho, no le importó cederle posesión al Celta para machacarle luego a la contra y, sobre todo, a balón parado.
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