Se presentó
Quique Setién "tremendamente ilusionado" como nuevo entrenador del Real Betis Balompié, una entidad de la que dice conocer su "dimensión" y "el gusto por el buen fútbol". Una idea que, imagino, poco tendrá que ver con lo observado esta temporada ya finalizada, con
Gustavo Poyet, primero, y
Víctor Sánchez del Amo, después, en el banquillo verdiblanco. Un lastimoso Betis que se ha llevado gran parte de la campaña jugando con una línea de cinco atrás, poblando la zona ancha y practicando un tedioso fútbol que aburría a propios y foráneos.
Quique Setién, gracias a Dios, no es eso, practicando un fútbol mucho más vistoso que, lógicamente,
necesita una plantilla apropiada para ello, teniéndose que hacer este verano una limpia que, a mi juicio, debe ser aún mucho más amplia de lo aventurado, que no es poco. Un objetivo ambicioso, sí, pero que
pone contra las cuerdas a Lorenzo Serra Ferrer y a Miguel Torrecilla (aunque éste, ya, no aparece ni en las presentaciones).
Y es que este verano hay que hilar fino, muy fino, en las contrataciones. Pues Setién es de esos de abrir el equipo, de ir a por el rival, y, o se ficha a una columna vertebral con tino y se forma un equipo -no un equipito-, o a la mínima de cambio le acabarán cogiendo las vueltas y... Adiós proyecto. Se ha acertado con el técnico, sí, pero
ahora queda lo más complicado.
Alejandro Sáez
