Emery, el porqué del colíder

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Emery, el porqué del colíder
- 01/11/14
En movimiento parece sencillo. Como si las nuevas piezas encajaran por sí solas en la maquinaria. Como si fuera un proceso de naturaleza automática que no precisa intervención. Porque cuando algo funciona no solemos detenernos en el porqué que sí exigimos en cuanto el mecanismo se atasca. Pero la explicación existe en lo bueno y en lo malo, y en el caso del Sevilla responde al nombre de Unai.


Un técnico que jamás escapa de la tormenta pese al calor de los resultados, al que se le juzga con un rasero de medidas desproporcionadas, por la tamaña dimensión brindada a sus errores y el escaso reconocimiento a sus aciertos. Necesita demasiado para la loa, y un simple tropiezo retoma un juicio interminable. Ni siquiera esta temporada se ha librado de la crítica. Es su cruz, la que lleva al hombro desde Valencia, pero su avance nunca se detiene. Al contrario. Hace acopio de objetivos cumplidos. De heroicidades con el viento en contra.


Emery aporta hechos, realidades matemáticas incuestionables, muy por encima de sus errores circunstanciales, de sus controvertidos planteamientos ante los de arriba que tanto se le recriminan, o de su tardanza con los cambios. Unai tiene sus cosas, como todos los entrenadores. Si no las tuviera no sería él y quizás no funcionara de la forma que lo hace, mas se antojan ´pecata minuta´ en comparación con las bondades de su haber.


Su gestión del vestuario y capacidad para reinventarse en sesión continua hablan de su indiscutible validez y le hacen acreedor de un respeto que no se puede resquebrajar ante cualquier borrón. Es hora de valorarle como merece.
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