El análisis del Sevilla-Espanyol

Un proceso interrumpido

Álvaro PalomoÁlvaro Palomo
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Un proceso interrumpido
Ganso fue de menos a más en la creación, como el Sevilla. - Álvaro Palomo
El procesamiento de una nueva filosofía precisa paciencia, porque la implantación de una idea requiere su tiempo y la asimilación de conceptos que difícilmente se aprecian sobre el césped de manera inmediata. Un proceso que, lógicamente, se resiente cuando las circunstancias obligan a una aceleración o a una utilización de los recursos que altere su curso, como ocurrió ayer en el Ramón Sánchez-Pizjuán con la profunda remodelación realizada en el once por Berizzo.

El técnico ha priorizado, con razón, asegurar la Champions e introdujo hasta nueve cambios, lo que supuso un viraje muy brusco en pleno acoplamiento de las piezas. Reconstruyó el equipo y la identidad exhibida en Turquía, con control de balón y personalidad para medir los tiempos, cedió ante una circulación ausente de apoyos que derivaba en balones largo.

Sin Banega, N'Zonzi se hallaba solo, con un Lasso voluntarioso pero sin experiencia aún, y un Ganso difícil de encontrar por su constante posicionamiento equivocado. Este déficit propiciaba pérdidas en zona letal y un vacío entre líneas aprovechado por el Espanyol. Uno de los errores costó el empate después de que el Sevilla, que vivía de la precisión de los pases largos de Sarabia y la impulsividad de Navas, se adelantara en una acción a balón parado.

Ya en la reanudación, con la entrada de Banega se percibió a un Sevilla de Berizzo más reconocible, volcado en la banda diestra de Navas y mayor criterio en el movimiento de balón. Ganso se dejó ver con el argentino al lado, pero la expulsión del rosarino terminó con el impulso que él mismo había brindado junto al palaciego.
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