El Sevilla juega cada partido con un as en la manga. Un comodín que marca y establece las diferencias y capaz de enmendar un desarrollo deficiente plagado de aspectos por mejorar. Ese plus se llama talento. El mismo que abunda en la plantilla nervionense y le permite solventar situaciones tan adversas como la de ayer en Anfield. En Getafe lo aportó Ganso con un detalle primoroso, contra el Eibar se lo repartieron entre Nolito, el propio brasileño o Sarabia, y anoche la cuota de magia correspondió a Correa. No cuenta que antes hubiera restado más que sumado, sin chispa y un punto indolente en la resta, porque a futbolistas como él les basta con un arranque de clase para dinamitar un envite que había situado a los nervionenses en el abismo. Con el Liverpool desgastado por su tremendo esfuerzo, el 'Tucu' arrancó, recibió el esférico de Muriel y definió como se le pide que lo haga, con un alarde de calidad acorde al rol del delantero que le atribuye Eduardo Berizzo.