Salva Sevilla estará un mes de baja tras lesionarse ante el
Levante y
Paulao sufre una contractura en el bíceps femoral de su pierna izquierda. Con estas dos, es ya diez el número de bajas con las que cuenta el
Betis cuando se está jugando la vida. Casi la mitad de la plantilla está K.O. para afrontar ocho finales de las que deberá ganar seis si quiere alcanzar ese milagro al que aún aspira pese al rosario de desgracias que le acosan día a día.
En el
Ciudad de Valencia,
Calderón tuvo que variar sobre la marcha la idea inicial por la lesión de
Paulao en el calentamiento y situar a
N’Diaye de central, cuando todos saben la importancia y el peso que tiene en el centro del campo bético, como pudieron comprobar en la vuelta del
Euroderbi, día en el que el lesionado fue
Perquis y el senegalés tuvo que retrasar su posición para que, poco después, el técnico argentino se viera obligado a rectificar volviendo a adelantarle a la medular y recolocando a
Amaya como central y
Juanfran de lateral diestro.
No es nada nuevo. Las improvisaciones forzosas y los cambios de posiciones por culpa de las lesiones o del cansancio ya se han convertido en habituales en los últimos partidos. Como ante el
Elche, cuando las lesiones de
Dídac y
Caro obligaron a situar a
Chica de lateral izquierdo sobre la marcha y poner a
Amaya de improvisado lateral diestro, o a aguantar a
Baptistao, ya tocado, sobre el campo para no agotar los cambios; o cuando la baja de
Leo ante el
Atlético, por contrato, y los problemas de
Rubén le hicieron sacar la inédita delantera
Braian-Molina, sin contar que la posterior lesión de
Amaya, que otra vez estaba en el lateral, obligaron a cambiar la defensa -bajó Juanfran- y el centro del campo, con
Nono de interior diestro; y no he dicho nada de la dolorosa lesión de espalda que sufre
Jorge Molina, que desveló hace dos días Nacho Vento (Canal Sur) y que le está haciendo vivir un suplicio en este final de temporada… Así podría extenderme durante un buen rato porque la noticia de la enfermería del
Betis sería que un día no hubiera, precisamente, una noticia desagradable.
Y, sin embargo, el equipo vive su mejor momento. Ante el
Elche, con todos los percances, acabó contando con las mejores ocasiones; contra el líder
Atlético, tocado física y también mentalmente -apenas habían pasado 65 horas de la vuelta del
Euroderbi-, plantó cara hasta la expulsión de
Braian; en el
Ciudad de Valencia no sólo ganó sino que dio una muestra de solidez y seguridad a domicilio que hace un año no veíamos.
Cuando decimos que el fútbol es un estado de ánimo, difícilmente nos podemos referir a esta situación, porque el ánimo, con todo lo que se se les viene a los béticos encima día a día y en el puesto que ocupan, debería estar por los suelos; y, en cambio, la confianza que transmite esta plantilla y la fe que expresan es total. Si con todas estas desgracias el equipo aún no se ha caído, y si, al contario, está más cerca de su objetivo, ¿cómo no van a creer los béticos en el milagro? Lo están viviendo día a día con lo que ven.