Opinión

No es oro todo lo que reluce, ¿o sí?

Antonio José MedinaAntonio José Medina
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No es oro todo lo que reluce, ¿o sí?
- Antonio J. Medina
Aunque la felicidad empañase la vista y el análisis crítico quedase en un segundo plano de los elogios después del 'cómodo' triunfo del viernes, hay datos que podrían dar que pensar en que nada fue como pareció. A simple vista, lo que ocurrió es que Las Palmas dobló en posesión al Betis (66%-33%), recibió el doble de faltas y ambos tuvieron números similares en remates a portería, remates totales, balones recuperados, perdidos... En conclusión, que el partido no sólo fue equilibrado, sino que, en condiciones normales y si nos atenemos a los números, éste, si debió decantarse para alguien, tuvo que ser para el equipo canario.

Sin embargo, la realidad, como tantas veces pasa, es muy diferente. Y esa realidad es que los de Setién sólo llegaron con claridad una vez en cada parte, que el Betis, pese a no cerrar sus jugadas y a no tener el balón, daba más sensación de peligro aprovechando los espacios cuando robaba en el centro del campo ya antes de adelantarse en el marcador, que la acumulación de hombres que Víctor había propiciado en torno a la zona de creación canaria y la presión escalonada que su equipo practicó hacía casi inútil ese monólogo en la posesión de los insulares, quienes no sabían qué hacer con el balón, sobre todo en una segunda parte en la que su rival les regaló medio campo... Que Víctor, sin poder usar aún los argumentos ofensivos que se presuponen a su equipo, sí negó los suyos a su rival, equilibró el partido e hizo que se decidiera por pequeños detalles.

Y esos pequeños detalles son los que tan bien él ensaya. Ahí se justifica la entrada de Donk -el jugador más alto sobre el campo- cuando apenas había disputado minutos hasta la fecha o la presencia de tres centrales. El balón parado iba a ser el arma del Betis, y la altura, una de sus bazas. El resto es historia.

Y esa historia tiene una premisa ya conocida; es donde se ve la mano del entrenador. Si algo demostró Víctor en el año y medio que dirigió al Depor es su maestría para preparar los partidos en función de las virtudes de su enemigo y su falta de escrúpulo para variar sistemas, hombres o lo que haga falta con tal de sacar ventaja. El técnico madrileño aún no conoce todo lo que puede dar de sí su equipo, apenas ha realizado un entrenamiento con algunos de sus jugadores... pero sabía lo que podía hacer su rival. Ahí le ganó la partida. Buena base para construir un futuro más halagüeño.
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