En
Segunda división, pocos encuentros pueden resultar más atractivos que un
Betis-Valladolid. No en vano, se trata de dos históricos de nuestro fútbol cuyo objetivo en la
Categoría de Plata siempre será pelear por el ascenso, un sueño que estará en juego el próximo domingo sobre el césped del
Benito Villamarín.
Pero además de este innegable aliciente, este encuentro viene precedido por una larga lista de antecedentes en los que siempre ha sucedido algo. Tanto es así que sólo hay que echar la vista atrás a la última vez que verdiblancos y albivioletas midieron sus fuerzas en
Heliópolis, en la penúltima jornada de la pasada campaña, que ahora está bajo sospecha. De hecho, según el exgerente de Osasuna,
Ángel Vizcay, el 4-3 que reflejó el marcador pudo estar motivado por una prima económica que, presuntamente,
Figueras y
Amaya habrían acordado con la entidad pamplonesa. En este sentido, tanto el presidente pucelano,
Carlos Suárez, como Jeffren hablaron de que aquella tarde su rival jugó "con una intensidad y un ánimo diferente, superior a la habitual".
Curiosamente, ese choque prácticamente condenó al descenso a los de
Zorrilla, lo que permitió al
Betis, que llevaba varias semanas ya en
Segunda, resarcirse un poco de lo ocurrido en el desenlace de la 08/09, cuando el
Villamarín asistió a un 1-1 que salvó a los castellanos y condenó al 'infierno' a los verdiblancos. Una temporada antes, en la 07/08, el mismo resultado sirvió a la escuadra de las trece barras para sellar la permanencia matemática en su obligado exilio en el Estadio de la Cartuja.
Además, en la 97/98, el fallecimiento del mandamás vallisoletano,
Marcos Fernández, provocó el aplazamiento del choque de la jornada 20, que se disputaría en
Heliópolis meses después con triunfo local por 3-0.
Pero no sólo en suelo hispalense estos duelos han dado mucho de sí. También ha ocurrido lo mismo a orillas del
Pisuerga. Allí, muchos tienen aún presente el choque de la 12/13, que pasó a la posteridad por el debut y los resbalones de Nosa, pero también por un tanto 'in extremis' de
Rubén Castro que nació de un clamoroso error del guardameta Jaime y que deparó la derrota por 0-1 de los albivioletas.
Años antes, en la 98/99, una reclamación bética por una alineación indebida de los castellanos, utilizando a la vez a cinco jugadores extracomunitarios cuando sólo se podían emplear a cuatro, convirtió el 2-1 que reflejó el luminoso en un 0-3 a favor de la escuadra de las trece barras que aún tiene muy presente la afición del club de
Zorrilla.
Sea como fuere, esta dinámica de partidos con repercusión no se reduce únicamente a la máxima categoría, sino que también se ha dejado sentir en
Segunda. Así, los dos encuentros de la 10/11 tuvieron consecuencias. El primero, en la jornada 4 y sobre el césped del
Villamarín, se saldó con una victoria verdiblanca por
2-1 que permitió al equipo colocarse líder en solitario. Del mismo modo, durante la segunda vuelta, los pucelanos se vengaron ganando por
1-0, provocando que los heliopolitanos tocasen fondo, ya que se trataba de su quinta derrota consecutiva, algo que provocó que muchos llegasen a dudar sobre la posibilidad de conseguir el ascenso a final de temporada. De cualquier modo, un triunfo siete días después contra el
Albacete sirvió para reconducir el rumbo e iniciar una reacción que llevó a los pupilos de
Pepe Mel de vuelta a la máxima categoría.
Ahora, cuatro años después de aquello, ambos volverán a verse las caras este domingo, persiguiendo el mismo objetivo, un
retorno a Primera que entonces terminaron saboreando sólo los verdiblancos, pero al que hoy por hoy no renuncian ninguno.