Joaquín y Rubén Castro marcaron los tantos verdiblancos

El Betis repite fórmula para asaltar el Molinón: Sporting 1-2 Betis

En un partido calcado al de la última visita a El Molinón, el Betis fue de menos a más para remontar en la segunda parte ante un Sporting mejor hasta el descanso.

El Betis repite fórmula para asaltar el Molinón: Sporting 1-2 Betis
Segunda victoria del Betis a domicilio en sus últimos 25 partidos en Primera. - Ó. M.
Óscar MurilloÓscar Murillo 5 min lectura
En un partido calcado al de la última visita a El Molinón, el Betis fue de menos a más para remontar en la segunda parte ante un Sporting mejor hasta el descanso que se adelantó pronto y con justicia por medio de Carlos Castro. Con más actitud e intensidad en la presión, los verdiblancos impusieron su calidad en el arranque de la reanudación, con tantos de Joaquín y Rubén Castro, ambos preñados de calidad.

De inicio, Mel apostó por sacrificar un delantero (Molina) para fortalecer la sala de máquinas y ampliar el campo con Cejudo, aunque lo cierto es que, en el primer tiempo, se jugó a lo que quisieron los anfitriones. Mucho más intenso, el Sporting asfixió con su presión alta la salida heliopolitana, consiguiendo que el cuadro hispalense apenas asustara en esta fase con sendos disparos lejanos de Rubén Castro y Varela, bien abortados por el meta Alberto García, y otros tantos centro-chuts de Cejudo, igualmente sin consecuencias. N´Diaye se multiplicaba en la parcela ancha para liberar a Dani Ceballos y Portillo, espesos en la faceta creativa, al tiempo que Joaquín tampoco conseguía desbordar a su par.

Por el contrario, los asturianos apretaban de lo lindo al Betis por fuera. A los seis minutos, por ejemplo, Carlos Castro, esta vez en fuera de juego, avisó de sus intenciones a Adán, que no pudo hacer nada, once más tarde, en el mano a mano ante el menudo artillero rojiblanco, que recibió en el área de Halilovic, se revolvió bien entre Westermann y Bruno, y resolvió con astucia de zurda a quemarropa. Fue el único desacierto del cancerbero mejoreño, espectacular a la hora de evitar el tanto de Jony en el 9 a mano cambiada y seguro también abajo en la intentona de Álex Menéndez (con la derecha) al filo de la media hora del encuentro. Pintaban bastos en el intermedio, si bien, por fortuna, el Betis saldría con otra aptitud en la reanudación.

Buena prueba de ello es lo poco que tardó en llegar el empate, fruto de la fe de Cejudo, que porfió con Isma López, le robó la pelota y tuvo templanza para ver desmarcado a un Rubén Castro generoso, dejándola de cabeza para que Joaquín, de la misma forma, se reestrenara como verdiblanco. Recordaba cada vez más el partido al del curso pasado en Segunda. Trató de evitarlo el conjunto local, asustando con un centro de Halilovic que despeja hacia su portería Piccini para complicar a un Adán nuevamente crucial a renglón seguido para despejar otro zurdazo ajustado de Jony.

Completó el calco Rubén Castro en el minuto 57, con un latigazo desde la frontal que tocó en el larguero y botó dentro, donde se quedó ya el balón. Gran parte del mérito está en el contragolpe, iniciado por el cancerbero verdiblanco. Bastaron, pues, un par de toques, ya que Isma López no acierta a rechazar de cabeza y el canario, letal, hace el resto ante la estéril carrera de Lora para corregir.

Planeaba Mel dar entrada a Molina al comienzo de este periodo, aunque la reacción de los suyos le hizo cambiar de opinión, optando por el ingreso de Petros por un discreto Ceballos para pertrecharse mejor y ganar en capacidad de robo. Le tocaba arriesgar a Abelardo, que pasó a jugar con dos puntas. El último en incorporarse, Guerrero, ganó la primera pelota que peleaba para que Carlos Castro probara de nuevo a quemarropa, aunque, en esta ocasión, se impuso Adán gracias a su rodilla izquierda.

Se defendía con orden y eficacia el Betis, que no desaprovechaba las contras ni el balón parado para marcar territorio. De hecho, Westermann estuvo a punto de sentenciar en un córner botado por Joaquín que el alemán, imponente en el salto en el segundo palo, estrelló en el lateral de la red. Cejudo, justo antes de marcharse aparentemente tocado, fue egoísta en una transición con aparente ventaja bética, aunque perdonó con mayor claridad Molina sobre la bocina, a puerta vacía, después de un pase de la muerte de Petros. Entre ambas acciones, la tuvo Guerrero, que la mandó alto a bocajarro.No tuvo que lamentarlo el cuadro heliopolitano, inteligente en los minutos finales para que no pasara nada reseñable más.
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