Había muchas miradas puestas en Rubén Castro y Kévin Gameiro, el galo de nuevo ante otra ocasión para demostrar que de titular también tiene gol. Al canario, sin embargo, fue difícil encontrarle. Es verdad que suele aparecer poco, sólo cuando tiene que hacerlo, pero en este derbi ni siquiera gozó de una sola ocasión de las de verdad. En su haber, un disparo, desde bastante lejos, que salió cerca del palo de Rico. Con la entrada de Ricky, en el 70´, se fue al costado zurdo, sin poder ya profundizar.
Lo del sevillista fue distinto. Hizo todo bien, leyendo las transiciones con inteligencia, e imprimiéndole desmarque y velocidad. Así pudo plantarse dos veces ante Adán: en la primera, erró él; en la segunda, acertó el portero. De Llorente, que sigue sin saber lo que es marcarle al Betis, y Ricky apenas se supo nada.