Es, precisamente, el técnico de su eterno rival quien acuñó aquello de creer para crecer, aunque
Merino, en el segundo capítulo de su nueva interinidad, hace suya la máxima en pos de una ansiada aunque complicada inflexión, pues la herencia le llegó en las faldas de tres puertos de máxima categoría. Tras el pinchazo y la correspondiente ‘pájara’ escalando el primero de los picos de su particular etapa de alta montaña, el linense se estrena en
Primera división con otra exigente escalada a
El Madrigal. No en vano, el anfitrión, más pragmático que brillante en las últimas semanas, puede presumir de una soberbia racha en
Liga, con seis victorias consecutivas que se han traducido en una merecida cuarta plaza. En esta competición, únicamente el
Celta ha sido capaz de ganar en el feudo castellonense (hace tres meses ya), donde el
Eibar tiene el privilegio de haberse llevado un punto. Y pare usted de contar. Un fortín en toda regla que examinará el estado anímico de un
Betis sostenido aún por su notable rendimiento foráneo, pero que necesita comenzar la segunda vuelta con una sonrisa, con algo que llevarse a la boca.
El oxígeno debe llegar más en forma de fe que en la de puntos. Tan perentoria se antoja la primera que eclipsa todo lo demás. Sumar sería una grata sorpresa y, además, un paso de gigante para la escuadra verdiblanca, máxime si ésta logra acabar con una sequía goleadora que, contemplando sólo el torneo de la regularidad, se ha cobrado ya cinco capítulos. Como bien dice
Merino, las huellas del camino que seguir están aún visibles. Basta con echar la vista atrás para atisbar ese equipo serio, compacto y solvente, afortunado a veces, que creía en sí mismo y desquiciaba a oponentes, incluso, en superioridad numérica.
En lo estrictamente deportivo, el míster heliopolitano no puede contar hoy por lesión con
Dani Giménez -viaja de nuevo el filial
Ángel de la Calzada-,
Westermann, Vadillo y el meta canterano
Pedro, al tiempo que dejó fuera a
Tarek, Jordi Figueras (negociando con el
Eskisehirspor turco),
Xavi Torres, Varela y Van der Vaart, pues
Rennella y Matilla se habían desvinculado ya. Así las cosas, todo hace indicar que repetirá la defensa que escoltó a
Adán en el
Sánchez-Pizjuán, con
Piccini y Vargas en los laterales, cerrando por dentro con
Pezzella y Bruno. Por delante, el habilitado
N’Diaye formaría, seguramente, con
Petros, mientras que
Joaquín es fijo en la derecha, como
Rubén Castro en la punta de lanza.
Los otros dos puestos son susceptibles de duda, entre otras razones porque
Merino ensayó diferentes opciones a puerta cerrada. No se antoja probable que se la juegue de partida con dos puntas, por lo que la apuesta más lógica es que
Fabián ejerza de mediapunta, con
Portillo o Cejudo acostados en la izquierda. El paleño, al alza, sería un gran socio para el joven palaciego y el ‘
7’.