Tres partidos después se puede decir que la mano de
Merino se nota en su
Betis. El técnico ha conseguido imprimir su carácter para conseguir un equipo intenso, pero también trabajado, unido, que trató de tú a tú al
Madrid mientras le duraron las fuerzas y supo sufrir cuando le faltaron.
El Betis salió a por el partido desde el primer minuto. Atosigó al Madrid con una presión alta y pegajosa y buscó la portería de Keylor Navas.
Ni rastro de las empanadas al inicio de cada parte de hace no mucho. El premio fue el tempranero gol de Cejudo, que aumentó la confianza verdiblanca en el plan de
Merino y descolocó a los blancos. En la primera media hora no trianguló el equipo de Zidane cómodo en prácticamente ninguna ocasión, con Petros como estandarte del trabajo bético. El brasileño estaba en todas. Robando y dando salida.
En el último cuarto de hora faltaron fuerzas y el
Betis se resguardó en su campo, cerró espacios y apenas concedió dos ocasiones, una en un saque de esquina y otra en una pared de Cristiano con Benzema. El esfuerzo vació el tanque de gasolina del Betis más de lo debido y lo pagó en la segunda parte. Apretó el Madrid, que pudo mover la bola con más comodidad y con mayor rapidez. Obligó al Betis a basculaciones más largas. Faltaban piernas para tapar todos los espacios que generaban los movimientos del Madrid arriba.
Marcó Benzema y emergieron Adán y la zaga bética.
Merino no renunció a nada con los cambios, aunque sólo Ceballos pudo dar el desahogo que necesitaba el
Betis. Pese al acoso, Rubén tuvo la última.
Enrique García2 min lectura