No hay quinta mala. Eso debió pensar
Cristiano Ronaldo cuando el pasado domingo se dejó dominar por sus impulsos más irracionales y agredir sin balón de por medio al bético
Francisco Molinero, al que derribó de un empujón y le propinó una barriobajera patada, en la que es quinta agresión de la que el portugués sale indemne.
Y eso es lo más grave de todo. Una impunidad insultante. Que los comités de la RFEF y la LFP miren constantemente hacia otro lado, en una omisión de deberes que les convierte en cómplices de que la lista de víctimas de la frustración de
Cristiano Ronaldo aumente cada fin de semana.
De momento, con
Molinero ya son cinco los agredidos por la estrella del Real Madrid, quien le soltó una patada sin sentido ni provocación aparente a David Simón, lateral de la U.D. Las Palmas, el pasado 31 de octubre. Animado por la ausencia de castigo, ´CR7´ braceó sólo una semana después al nervionense Krychowiak y, a la siguiente, al barcelonista Daniel Alves.
El cuarto en comprobar la total falta de mesura y la tendencia al cortocircuito de Ronaldo fue el joven sportinguista Nacho Cases, a quien empujó y pateó por detrás a pocos metros del árbitro.
Eso sucedió el pasado día 17 de enero; es decir, que sólo tardó una semana en redundar en su reincidencia, esta vez, con el bético Molinero como diana.
Todo el país clama contra la evidente protección a un agresor que no pide perdón, no muestra arrepentimiento, ni cambia su actitud. ¿Hasta cuándo?