Juan Merino recuperó para la causa a
Kadir y
Fabián, dos jugadores que no contaban en absoluto para Mel y que han respondido cuando han tenido su oportunidad; un espejo en el que se mira
Ricky Van Wolfswinkel, quien justificó con muy buenos minutos la alternativa que el técnico le dio el sábado en Anoeta.
El delantero holandés, que no había jugado en ninguno de los tres primeros partidos de Merino al frente del primer equipo, entró tras el descanso del encuentro frente a la
Real Sociedad, aportó movilidad y dinamismo al hasta entonces estéril ataque verdiblanco y asistió a
Rubén Castro en el tanto que acortó distancias y metió al equipo en el partido.
Así, el ‘9’ reclamó un sitio en los planes del linense, después de haber estado muy cerca de abandonar el club en este mercado invernal.
El
Betis decidió que un delantero debía salir en enero y, según ha podido saber ESTADIO,
Van Wolfswinkel era el principal candidato hasta la semana pasada. Tanto es así, que en las oficinas del
Benito Villamarín llevaban días estudiando la fórmula para rescindir su cesión con el Norwich, su club de procedencia. Los rectores béticos tenían claro que, por respeto a su trayectoria, no iban a forzar la salida de
Jorge Molina y en principio Rennella también iba a seguir.
Finalmente, ha primado lo económico. Los 300.000 euros de la obligación de compra firmada por el
Valladolid, que también se hace cargo de la totalidad de la ficha en la cesión del atacante italofrancés, y que serán 500.000 en el caso de que los pucelanos ascienden a Primera división.