La
fractura en el consejo de administración del
Betis no tiene marcha atrás, hasta el punto de que se avecina
marejada. De hecho, la presentación este mediodía de los dos únicos fichajes en el mercado invernal, Musonda Jr. y Montoya, podría ser el
último acto oficial de Juan Carlos
Ollero como
presidente, habida cuenta de que el sector
crítico con su gestión crece con el paso de los días. Incluso, los partidarios de forzar su marcha, frenada hace menos de un mes por los vicepresidentes
Haro y
López Catalán, intentarán que ésta se produzca de forma
inminente. El manejo del ‘caso
Damiao’ desde su inicio hasta el final ha sido la gota que colmó el vaso de la paciencia de varios miembros de la directiva, que acusan al melillense de mostrar públicamente una cara que no se corresponde con la realidad, transmitiendo a los medios una información
sesgada de lo que ocurre en el seno del club. Por ejemplo, cuando dijo en Movistar Plus que harían “todo lo posible por traer a Damiao”, para abstenerse el lunes en la votación, autorizando antes su aterrizaje y estancia aquí diez días sin estar cerrado el trato.
En la planta noble del Benito Villamarín auguran una jornada de ‘cuchillos largos’ más pronto que tarde. Se habló de dejar pasar la temporada para no desestabilizar, ni siquiera por contagio, a la parcela deportiva, pero se considera la situación ya
insostenible, por lo que el pacto en el citado sector crítico fue esperar únicamente a febrero. Señalan las mismas fuentes a ESTADIO Deportivo que Ollero se habría ‘emborrachado’ de poder, tras presentar por escrito el 11 de enero su
dimisión, algo que luego desmintió públicamente, siendo convencido después por sus vicepresidentes y consiguiendo más voz y un voto de calidad en las decisiones del consejo con la creación de una
comisión ejecutiva, de la que ya se ha ido uno de sus partidarios, Ángel Haro.
La intención de hablar por los miembros del órgano de gobierno que no pudieran acudir a las reuniones, por intempestivas que fueran,
enervó a quienes aceptaron su entrada para aportar y fiscalizar, no para ser meras comparsas. Es más, los artífices del
golpe de timón desmienten que se deba a una
lucha por el poder. Al revés: aclaran que Ollero ocupa su cargo precisamente por el desinterés de otros accionistas de peso en ser presidentes; su adiós daría paso a una fase sin cabeza visible y sí, quizás, con dos
consejeros delegados.
Por otra parte, el grupo de consejeros que pretende la marcha inminente de Juan Carlos Ollero ha puesto sus miras también en
Federico Martínez Feria, una figura que acumula críticas negativas desde hace muchos meses, tanto dentro como fuera de la entidad. Nombrado en mayo de 2014 por el entonces presidente, Manuel Domínguez Platas, con la connivencia del administrador judicial, Francisco Estepa, al alto ejecutivo se le achacan intromisiones cruciales en fichajes que debía simplemente visar y que, finalmente, terminaron sin concretarse, por su afán de protagonismo.