Rubén se motiva en los Depor-Betis

Ni en Las Palmas es tan especial para él

Ni en Las Palmas es tan especial para él
Un reivindicativo Rubén Castro se señala su nombre tras marcar un gol en Riazor. - Óscar Murillo
Óscar MurilloÓscar Murillo 3 min lectura
Se había quedado con las ganas como futbolista del Albacete y el Nàstic por mor de la conocida como cláusula del miedo, pero, en su única comparecencia en Riazor como visitante hasta la fecha (02-12-12), ya sin relación alguna con el Deportivo, se sacó la espinita con un doblete que encauzó el triunfo bético por 2-3, ratificado con un golazo de Campbell sobre la bocina. Entonces, pudo verse a un Rubén Castro fuera de sus casillas, muy pendiente de la grada y del palco, circunstancia noticiable por inusual. Cada uno de sus tantos llegó acompañado de un claro gesto reivindicativo, señalándose la parte posterior de su camiseta, donde se leía un nombre que pasó, muy a su pesar, sin pena ni gloria por La Coruña. Seis años de desconfianza, de falta de oportunidades, de cesiones infructuosas.

Por eso, se trata del partido más especial de la temporada para el ‘24’, por encima, incluso, del regreso a su tierra. Los injustificados silbidos de un sector de la afición del Estadio Gran Canaria siempre molestaron a su paisano, que, no obstante, acumula un plus de motivación esta semana frente a un club que lo contrató sin demasiada intención de promocionarlo, ya que tanto él como Momo formaron parte de una contraprestación para solventar una deuda existente por Duscher. Sea como fuere, arribar a la Rúa Manuel Murguía siempre tendrá un sabor de revancha para Rubén Castro.

Y, si para el de La Isleta el Depor-Betis es una especie de derbi, para los verdiblancos supone no ya la oportunidad de prolongar la recuperación a las órdenes de Juan Merino, sino también la consumación de la operación más rentable de los últimos tiempos. Casi nadie apostaba a que los 1,4 millones de euros que se comprometió a desembolsar la entidad entonces controlada por Luis Oliver en el verano de 2010, transformados en 735.000 por obra y gracia del proceso concursal que afrontaron ambas instituciones, serían la mejor inversión posible.

No en vano, un artillero que venía de vuelta y que jamás había tenido continuidad fuera de su tierra se erigiría en el máximo goleador de la historia heliopolitana. Por ello, hasta el momento, cada una de sus 125 dianas como bético costaron menos de 6.000 euros (5.880, concretamente), escueta cantidad que, de aquí a que finalice su contrato (el 30 de junio de 2017), será aún más irrisoria.
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