El análisis del Betis-Rayo

Cinco minutos de condena

Cinco minutos de condena
En un partido ante el Rayo puede ocurrir que a Ceballos le toque correr más tras la pelota y que Iturra la toque en más ocasiones. - Enrique García
Enrique GarcíaEnrique García2 min lectura
Si algo tiene el Rayo es que no permite despistes. Jugar a esas revoluciones tiene sus pros y sus contras. El Betis pagó muy caro un inicio de segunda mitad en el que dilapidó el valioso 2-0 conseguido en la primera sin brillo, pero con efectividad.

El plan de Merino había dado sus frutos. Dejó que los de Jémez se enredaran en campo bético para buscar la portería de Juan Carlos tras cada robo. El Betis hizo incómoda al Rayo la posesión de la pelota. Presionó bien la salida y obligó a jugar por fuera pese a la inferioridad en el centro del campo, pues Merino mantuvo la apuesta por el 4-4-2 pese a la ausencia de N´Diaye, lo que obligó a Ceballos a fajarse en la resta y descuidar la creación.

El fogoso inicio vallecano (tiro de Embarba al larguero incluido) fue un espejismo pues cada vez tuvo más problemas para resolver el rompecabezas planteado por Merino. La intensidad en la presión de los verdiblancos obligaba a una precisión extrema y el gol en el 13 de Rubén terminó de desactivar al Rayo. Se volvió más impreciso, cometió errores en la salida y se topó con el 2-0 en un saque de esquina. Pero es el Rayo un púgil acostumbrado al intercambio de golpes y al que es difícil mandar a la lona.

Jémez realizó dos cambios en el descanso. Uno táctico, Zé Castro por Jonathan, y otro obligado, Miku por Manucho. El segundo fue más decisivo porque antes de que se notara el efecto del primero ya había empatado el cuadro vallecano con dos goles suyos. Apareció Trashorras y el Rayo fue otro hasta que le aguantó el físico. Entonces emergió de nuevo un Betis que tuvo llegadas y ocasiones, en las botas de Damiao y en las de Ceballos, para llevarse todo el premio.
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