La mejoría física de
Juan Vargas se ha traducido, inevitablemente, en un crecimiento de sus prestaciones sobre el terreno de juego, siendo el peruano el principal beneficiado. Sin embargo, el equipo está obteniendo réditos importantes también, habida cuenta de la creciente aportación del dorsal 11 en una de sus especialidades: el balón parado. De esta forma, con el carrilero zurdo como ejecutor en todos los casos, el
Betis acumula ya cinco tantos de estrategia, concentrados en los cuatro últimos encuentros, donde la escuadra heliopolitana convirtió ocho. En términos globales, cinco de las siete dianas más recientes han sido generadas en el laboratorio de
Juan Merino, con el mencionado Vargas como ingeniero jefe. No está mal para haber dirigido únicamente ocho duelos del torneo doméstico, corto periodo en el que el cuadro verdiblanco ha superado con creces su productividad anterior con
Mel (cuatro tantos a pelota parada en diecinueve entregas).
Todo arrancó con el 1-2 en Riazor ante el
Deportivo, que acabaría empatando aquel choque por medio de
Faycal Fajr. Fue el primero de falta en toda la temporada, merced a un libre indirecto en la frontal que puso en juego en corto
Rubén Castro para que el internacional andino mandase el balón al fondo de las mallas. Acción calcada a la que, de momento, cierra la serie, acontecida este jueves en
Cornellà-El Prat y con los mismos protagonistas, aunque, en esta ocasión,
Vargas prefirió no disparar raso, sino merodear la escuadra con un latigazo imposible para
Pau López.
Entre medias, el ex de la
Fiorentina se vistió de asistente contra el Sporting en el Benito Villamarín para igualar rápidamente la desventaja obrada por una contra de
Halilovic que había finalizado magistralmente
Carlos Castro. El peruano botó inmediatamente una falta lateral al corazón del área para que
Pezzella, de primeras y con el pie derecho, firmase el empate. En el siguiente partido, también en la Avenida de La Palmera, Vargas volvió a iniciar una jugada con premio, en ese momento el 2-0, fruto de un córner al primer palo que peinó Jorge Molina para que
Rubén Castro, en posición ilegal, anotase un ´chicharro´ que parecía decisivo, si bien el
Rayo Vallecano logró empatar por la vía rápida en la reanudación.
El penúltimo gol de estrategia con
Merino llegaría en la jornada intersemanal ante el Espanyol. En concreto, el que abría el marcador a los diez minutos: Vargas enviaba una falta lateral y lejana al segundo palo para que
Pezzella la devolviera de primeras al contrario, fuerte y abajo, muy difícil para el meta 'perico' y con ventaja para
Rubén Castro. Tras el tanto que sirvió Musonda al central argentino poco después, llegaría el que completa la nómina hasta el momento, resultado, como ya se ha dicho, de una nueva colaboración entre la fructífera sociedad que conforman el artillero grancanario y el lateral bautizado cariñosamente en su tierra como el 'Loco'. Este último, por cierto, está callando bocas a la vez que ayuda al
Betis a acariciar el objetivo, desenterrando un arma infrautilizada.