Contra la crítica

La huida hacia adelante de Macià

La huida hacia adelante de Macià
Ángel Haro, durante la presentación de Damiao, con Eduardo Macià, en segundo plano. - I. Morales / Ó. Murillo
Isabel MoralesIsabel Morales7 min lectura
El futuro de Eduardo Macià, como se apuntaba la semana pasada en estas mismas páginas, sigue siendo muy incierto. En realidad, pese a tener contrato en vigor hasta el 30 de junio de 2019, su continuidad, a día de hoy, se antoja harto improbable, habida cuenta de las diferencias que mantiene con la cúpula del club, especialmente con Ángel Haro. Y es que el presidente, lejos del rol que desempeñó la mayoría de sus antecesores, ha cogido el toro por los cuernos.

El villaverdero defiende un modelo de gestión muy distinto al imperante, también en lo que compete al área deportiva, por lo que ha iniciado un análisis exhaustivo de todos los departamentos. Incluso, como se avanzó también ESTADIO Deportivo, lleva semanas manteniendo contactos con varios directores deportivos, en principio para conocer disponibilidad y caché. Toni Muñoz, Óscar Perarnau y Manolo Salvador son tres de los nombres sobre la mesa, siendo este último el que más convence al rector heliopolitano, para relevar a Macià. Y es que, en este momento, la idea de Haro pasa por rescindir unilateralmente la vinculación con el valenciano, movimiento que, según diversas fuentes, costaría en torno a medio millón de euros, aproximadamente la mitad de la partida anual destinada a sus funciones. El anuncio, incluso, podría no ser lejano, si bien está supeditado al éxito de las negociaciones, todavía incipientes, con su sustituto.

Mientras tanto, el señalado ha iniciado una huida hacia adelante que contrasta con los planes que tenía el mes pasado, más encaminados a una salida pactada a final de temporada. Ahora, seguramente, cualquier acuerdo pasaría por una indemnización, pues el paso deberá provenir de la dirigencia, no del despacho que antes ocuparon Alexis Trujillo (adjunto y ayudante de Juan Merino) o Vlada Stosic.

El ex de Liverpool y Fiorentina es consciente de que le están moviendo la silla, pues sus diferencias con Haro son notorias. No se trata de un asunto personal, sino de formas y actitudes. El nuevo presidente, ajeno hasta ahora al mundo del fútbol, desea imponer una fiscalización más propia de los sectores empresariales que tan bien conoce, eliminando prácticas tan extendidas (por ejemplo, el pago de comisiones o la preferencia por unos determinados intermediarios por encima de otros) como difíciles de entender para un profano en la materia.

Macià intentó en los últimos meses hacer ver a sus superiores que la estabilización previa al crecimiento de la entidad debe pasar por unas fases bastante claras, amén de que se antoja perentoria la profesionalización y la delegación de funciones que se impone en clubes europeos de máximo prestigio.

El choque entre el director deportivo y el consejero delegado que ejerce el mando en el órgano de gobierno bético es continuo. Desde la planta noble del Benito Villamarín argumentan que será complicado reconciliar ambas posturas, aunque lo cierto es que, dependiendo de a quién se pregunte, la versión de la historia adquiere matices y connotaciones bien distintas. El caso es que los malentendidos constantes han derivado en una crisis innegable, por mucho que desde la propia directiva haya voces que intenten disuadir a los periodistas de incidir en esta división interna. Que no solamente es real, creciente y palpable, sino que, como ya se ha apuntado, lleva camino de ser letal para el cabo más débil de esta simbólica cuerda.

La actitud de Macià ante este recrudecimiento de la crítica a su labor habla bien de la confianza que tiene en su propia aptitud y de su profesionalidad. Plenamente consciente de que pintan bastos en lo que a su permanencia en Heliópolis se refiere, el alto ejecutivo anda inmerso en la complicada tarea de remodelar el plantel. Entiende el levantino que, pese a que ha habido errores en la planificación (como en el caso de Van der Vaart), porque se asumieron ciertos riesgos por el valor añadido (en clave mediática) de ésa y otras adquisiciones.

Por ejemplo, la posibilidad de que Digard prolongara su gafe con las lesiones existía, si bien se trataba de una oportunidad irrechazable de mercado, pues, en otra tesitura, sería inalcanzable para el Betis. Además, cree que las operaciones de Pezzella o Petros se verán pronto como rentables. Incluso, presume de haber recuperado lo invertido en Tarek (300.000 euros) con su cesión al Columbus Crew estadounidense, al tiempo que se vanagloria de que apuestas a coste cero (o mínimo) por veteranos como Westermann o Vargas den ya sus frutos.

El todavía director deportivo verdiblanco anda inmerso en la planificación de la 2015/2016, para la que ya han trascendido los primeros avances con el sportinguista Luis Hernández, por ejemplo, y se filtran otros dos o tres movimientos muy encauzados. Incluso aunque Macià no comande el proyecto venidero, quiere cumplir hasta el último día con su trabajo, exhibiendo una convicción que se ve reforzada por el enorme apoyo popular que está recibiendo en todas las encuestas que proponen los medios de comunicación para que los aficionados evalúen su labor.

Este respaldo, que también le transmiten varios consejeros a título privado, así como empleados del club e hinchas anónimos, solidifica su postura en este pulso que, con todo, tiene difícil ganar. Donde tiene que decirlo, mantiene que la consecución del objetivo que le habían marcado el pasado verano, la permanencia, anda próximo, al tiempo que está seguro de que se seguirán subiendo peldaños, como quedó marcado en una hoja de ruta a cuatro años vista. Ahora, queda restaurar el consenso olvidado.
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