La previa

Betis-Levante: Noche de farolillos o de cuchillos largos

Betis-Levante: Noche de farolillos o de cuchillos largos
Merino recupera a tres pesos pesados, no fuerza al renqueante Vargas y manda a Damiao a la grada. - Óscar Murillo
Óscar MurilloÓscar Murillo 5 min lectura
Es una final, como se han encargado de repetir hasta la saciedad desde el vestuario y los despachos de Heliópolis, aunque más por la oportunidad que por el margen de maniobra restante. Si el Betis no vence esta noche al Levante, dramas aparte por engordar la racha negativa, todavía tendría otras seis oportunidades más para sellar definitivamente la salvación, dos de ellas en casa y ante sendos rivales directos, pero es cierto que la visita al Benito Villamarín del colista adquiere tintes pintiparados. Serían varios pájaros de un tiro, empezando por los directos (permanencia virtual y cambio de dinámica), continuando por los colaterales (descuelgue casi definitivo de un rival directo) y terminando por los más prosaicos (Feria de Abril plácida para todos). Además, los precedentes indican que lo de dejar los deberes para el final es mala idea, habida cuenta de que la presión escuece especialmente a quienes no están acostumbrados a lidiar con ella. Y el Betis es uno de esos privilegiados, pues solamente ha estado una jornada de 31 en peligro (tras perder en la segunda en el Bernabéu), precisamente la única en que no merodeó por su hábitat natural (los puestos del octavo al decimoquinto). De todas formas, por deméritos ajenos, el colchón de seis puntos no ha mermado durante la trayectoria de tres derrotas consecutivas, bálsamo y aliciente en verdiblanco esta noche.

Porque, pese a todo lo referido, la próxima madrugada será de farolillos o de cuchillos largos. Sin término medio. Es el riesgo de exacerbar las connotaciones de un partido. Se entendería de ser la última bala, dentro de cinco semanas ante el Getafe en el mismo escenario, aunque no ahora. Puede que las prisas por alcanzar la calma definitiva justifiquen ese órdago, si bien muchas veces apretar demasiado a quienes no son rocas imperturbables e impermeables trae consecuencias. Para bien o para mal.

Por si las moscas, Merino se ha dejado de experimentos y exigido a los pesos pesados que asuman responsabilidades, exceptuando a Vargas, que no llega a tiempo y descansará una semana más para superar su edema post-contusivo en el cuádriceps izquierdo. A partir de las 22:05 horas se verá si el toque de atención espoleó a los señalados o todo sigue igual bajo el sol de los focos de La Palmera. El linense ha indultado a Bruno (suplente las dos jornadas anteriores), así como a los otrora descartados Jorge Molina y Joaquín, apuntando los tres a titulares. Igual ocurre con el defenestrado Ricky, que manda a la grada a un Leandro Damiao que ha pasado en unos días de segundo delantero a espectador de lujo.

Analizando la convocatoria, parece que la apuesta inicial será por un 1-4-4-2, arriesgando de partida para tratar de ponerse en franquía y forzar los espacios frente a un Levante al que le cuesta marcar goles en la primera media hora, si bien es justo reseñar que el 63% de los que encaja llega en la reanudación, con especial vulnerabilidad en el cuarto de hora final (uno de cada tres tantos en contra en este parcial). Esto último podría propiciar que el Betis se destapara un poco más en las postrimerías, en caso de ser necesario, claro, con lo que el 1-4-2-3-1 sería el dibujo inaugural.

De imponerse esta alternativa, Dani Ceballos, con Fabián fuera de la convocatoria, sería el enganche, escoltado y liberado de exigencias defensivas por la dupla N’Diaye-Petros. Sin embargo, los indicios, hay que insistir, apuntan a las dos líneas de cuatro, por lo que el brasileño seguiría en el banquillo y el utrerano, en el doble pivote. Westermann aventaja a Pezzella como pareja de Bruno, aunque la predilección del míster por el argentino es un hecho. Adán, pese a sus últimos fallos, es indiscutible, mientras que Montoya volverá a ejercer a pierna cambiada, con Molinero en la derecha. Joaquín (o Kadir, otra ‘niña bonita’ de Merino) y Musonda, en los extremos. Arriba, el que mejor entiende a Rubén, Jorge Molina.
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