Especialista en alcanzar los objetivos previstos

Un perito en el deber cumplido

Un perito en el deber cumplido
Merino, felicitando a los jugadores - Óscar Murillo
Óscar MurilloÓscar Murillo 3 min lectura
"Habría firmado, yo el primero, cuando cojo al equipo llegar a los 41 puntos a falta de cuatro jornadas. Había cierta intranquilidad por una primera vuelta en la que no se habían sacado resultados, sobre todo en casa. Gracias a Dios, sólo hemos perdido un partido en la segunda como locales, ante el Málaga, por lo que nuestro publico nos ha llevado a conseguir estos resultados”, reflexionaba este miércoles Juan Merino. Ya en frío, el linense hacía balance para los medios oficiales de su segundo logro como preparador de la primera plantilla. El más importante, qué duda cabe, pues el triunfo que certificó, a falta únicamente del refrendo matemático, en un 99% la permanencia en la elite del fútbol español debe liderar este apartado, sin menospreciar su impecable labor en Segunda, cuando allanó la transición entre Julio Velázquez y Pepe Mel (cuatro triunfos, con portería a cero además, en otros tantos compromisos ligueros).

Como anécdota, Merino cumplió con su encomienda el día que celebraba sus 100 como máximo responsable heliopolitano, cargo que incluyó la consideración de interino durante varias semanas. Justo lo que duraron las conversaciones entre los rectores del club y Juande Ramos, que, finalmente, desechó la propuesta. Entonces, Macià y Ollero lo ratificaron con la boca pequeña, confianza que sí se materializó y fortaleció en febrero, una vez que Catalán y Haro tomaron las riendas del consejo de administración. Y la demostraron en la peor racha que ha vivido el linense al frente del banquillo (las tres derrotas consecutivas frente a Athletic, Málaga y Atlético de Madrid), felizmente reconducida hasta la situación actual.

Infinitamente menos mediático que su antecesor y con una carrera bastante más modesta, el actual míster bético se ha consagrado como un consumado especialista en alcanzar los objetivos previstos. Un perito del deber cumplido, capaz de normalizar esta tesitura, sin desdeñar ingredientes como el amor a los colores. Siempre desde un prisma menos apasionado, aunque sólo en las formas, porque el fondo es distinto.
Merino no sólo ha llegado a la meta con cuatro etapas de antelación, sino que ha levantado a una plantilla decaída, revalorizando a quienes no contaban para su antecesor (casos de Kadir o Fabián), exprimiendo a la mayoría de los refuerzos invernales (Montoya y Musonda) y dando continuidad a algunas apuestas arriesgadas (Pezzella). Llegaron, de nuevo, los frutos para un hombre de la casa, alguien que, sin levantar la voz, prestó sus servicios al equipo de su vida. Como un oficinista a quien le exigen la excelencia... y la deja en la mesa.
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