ENTREVISTA ED

Jorge Molina: "Este sentimiento bético perdurará en mí"

Jorge Molina: "Este sentimiento bético perdurará en mí"
El Betis, un club que ha calado hondo a Molina. - Óscar Murillo
Óscar MurilloÓscar Murillo 18 min lectura
Seis años y un día no son una condena. Todo lo contrario. Para un profesional humilde y honesto como Jorge Molina han supuesto una bendición. La mejor etapa de su carrera, sin duda. No sólo la más prolífica, sino también la más gratificante. Con sinsabores, es verdad, aunque con una mayoría de sonrisas que se impone ahora que llega el momento de hacer balance. En apenas cinco semanas, su ciclo en verdiblanco acabará. Y él, sin hacer ruido, hablando en el campo (donde tenía que hacerlo), se marchará con una mezcla de nostalgia y satisfacción por el deber cumplido. Setenta y siete goles (que se dice pronto) y una veintena de asistencias, casi todas a su amigo Rubén Castro, encabezan las estadísticas. Pero su servicio a un escudo, a la camiseta de las trece barras y al brazalete que recuerda al malogrado Miki Roqué va mucho más allá de lo tangible. Así se lo demostró su todavía club, que quizás lo será de por vida, con un homenaje digno de la leyenda modesta que es. Y así se lo demostró su afición, ésa a la que tanto trabajo le costó ganarse, con una ovación reservada únicamente para los grandes. Y Jorge Molina, Don Jorge Molina Vidal, no lo olvidará nunca. ESTADIO Deportivo, primer medio de comunicación no oficial al que concedió una entrevista a su llegada a Sevilla, ha querido charlar con el alcoyano antes de que emprenda sus últimas vacaciones como futbolista del Betis.

- Vivió una despedida emotiva, quizás más de lo que habría imaginado, ¿verdad?
- No sabía las intenciones del club. A lo largo de la temporada, vas intuyendo que no vas a continuar por todas las circunstancias; no soy un niño y llevo tiempo en esto. Me lo comunican una semana antes, que fue cuando me dijeron que querían hacer un acto de despedida propiamente dicho. La verdad es que fue una semana muy especial, tanto por la rueda de prensa y el homenaje como por el partido ante el Getafe. Para mí, el adiós de aquel jueves fue muy emotivo. Vinieron mis padres por sorpresa, algo que no me esperaba, porque no me lo habían dicho. Encima, estuvieron mi mujer y todos los compañeros. Pero donde te gusta estar para despedirte es en el césped. Todo el estadio así, coreando mi nombre, es de lo que más orgulloso me puedo sentir. En estos seis años, he vivido de todo en el Betis: momentos muy buenos y otros peores. Pero supongo que han valorado que siempre di lo máximo y que traté de representar lo mejor posible a este escudo, esta camiseta y esta institución.

- Pero los momentos buenos ganan por mayoría.
- Por mucho, es verdad. Los momentos buenos superan a los malos con creces. Estrictamente hablando, hemos cumplido el objetivo en cinco de esas seis temporadas. En la primera, conseguimos un ascenso que era vital para el club por cómo estaba todo institucionalmente. Luego, atamos una permanencia tranquila, con dos o tres jornadas de antelación. El tercer año fue, para mí, el mejor, con la clasificación para Europa como broche. Fue una temporada espectacular. La única mancha, la del descenso de la 2013/2014; fue un año horrible en todos los sentidos. Por fortuna, logramos volver a la primera, también consiguiendo el ascenso con cierta holgura, y ahora nos hemos salvado también a tiempo, que era lo que nos habían pedido.

- A título particular, 77 goles y 20 asistencias en seis temporadas no está nada mal...
- De los números es para estar muy satisfecho. Tampoco en un balance global son tantos (casi 13 por curso), pero sí en la relación minutos jugados-goles, pues creo que sale una media muy importante. He tenido mayor acierto en los años de Segunda porque también he jugado más. Al final, son buenos guarismos.

- Sin Rubén Castro, sin esa comparación, quizás su figura se habría valorado en su justa medida, ¿no cree?
- Es que sus números son espectaculares... no son normales. Eso ha hecho que yo esté en un segundo plano siempre, pero la verdad es que nunca me ha importado. Tuvimos y tenemos una relación buenísima. Nos hemos ayudado siempre, porque se da la circunstancia de que, a pesar de ser delanteros ambos, con toda la leyenda que nos persigue, ninguno es egoísta de cara a gol. Siempre se la damos al compañero si vemos que está en una mejor situación. No sé qué habría pasado sin él conmigo en el Betis, pero no lo cambio. Lo que hemos vivido juntos aquí no lo cambiaría por nada del mundo. Ha sido un seguro de gol estas seis temporadas, por lo que nos ha ayudado enormemente a conseguir los objetivos que nos habíamos marcado.

- Ya dijo en su rueda de prensa de despedida que, aunque no le parecía justo personificar, sí iba a echarlo de menos de una manera especial.
- Es muy difícil estar seis años en un mismo equipo, por lo que mucho más los dos delanteros vistiendo la misma camiseta. No sólo lo voy a echar de menos por todo lo que hemos vivido en el terreno de juego, sino por todo lo que hemos compartido fuera, incluso de las concentraciones y de los hoteles.

- El beticismo está preocupado por el cambio generacional en la delantera. Rubén Castro no ha dejado de ser imprescindible en estos seis años, y, ahora, se marcha su pareja de hecho, Jorge Molina. ¿Cree que el equipo encontrará nuevos guías?
- Al final, somos jugadores que hemos estado en una etapa muy larga, y eso se nota, pero los nombres iremos pasando, y lo que quedará es la grandeza del club. Será más difícil encontrar sustituto para Rubén que para mí, porque se trata de un delantero que asegura 15 goles mínimo al año en Primera división, casi el doble en Segunda. Pero vendrán otros, y seguro que se conseguirán los objetivos. El escudo, la afición y la institución están por encima de todos nosotros.

- Continúa hablando como capitán. Le va a costar cambiar el chip, ¿no cree?
- No es que piense así por ser todavía el capitán del Betis, sino porque es mi forma de ser. Lo importante es el club, que es lo que va a perdurar. La gente viene aquí, en definitiva, no por los futbolistas que estén, sino porque es un club muy importante y por la enorme masa social que hay detrás.

- De eso se encargarán Torrecilla y Poyet. Como ya no está Molina entre interrogantes, sino que sabe que no va a seguir, ¿qué opinión le merecen los nuevos jefes de la planificación?
- De Torrecilla tengo más referencias por haber trabajado en España. La prueba la tienes en el equipo que ha hecho este año en el Celta, que ha completado una muy buena temporada. Creo que tiene las ideas claras y que se está moviendo con rapidez, que era uno de los objetivos que tenía y que será importante para afrontar la pretemporada con el grupo definitivo lo más completo posible. De Poyet tengo menos referencias. Lo que recuerdo de él de jugador, de su etapa aquí en el Zaragoza, es que tenía mucho carácter. En el vestuario del Betis no va a tener problemas; seguro que no. Cada uno es de su padre y de su madre, así que no puedo hablar por los que vengan, pero sí por los que continúen. Somos un grupo muy sano.

- De un año para otro, su mujer y usted van a pasar de pareja sin descendencia a familia numerosa. ¿Dos béticos más en camino, entonces?
- (Risas) Vienen dos más para finales de octubre, así que, inevitablemente, piensas las cosas de otra forma. No me voy a ceñir a que el equipo que me fiche me permita estar cerca de Alcoy, sino que valoraremos todas las opciones. Tengo que mirar el plano económico, lógicamente, porque esto del fútbol se va acabando, pero también lo deportivo, los objetivos que tenga el club al que vaya. Luego, si está cerca de casa, mejor todavía, sobre todo para mis padres. Pero no será una prioridad.

- ¿Le ha quedado alguna espina clavada a Jorge Molina en estos seis años como verdiblanco?
- La única espinita que tengo clavada, lo peor que he vivido en mi vida, no tiene que ver con el Betis propiamente dicho. Me refiero al ‘caso Osasuna’. Ojalá se hubiera aclarado todo antes de irme de aquí para que no haya ninguna duda sobre mi nombre. No quiero hablar mucho del tema, que está aún en los tribunales. No puedo ni debo, según me han dicho los abogados. Pero sí te diré que, personalmente, ha sido el peor trago de mi vida. Lo pasé fatal esa semana, cuando perdí en tres días cuatro kilos, pero, gracias a Dios, al partido siguiente pude marcar los dos primeros goles en Las Palmas de Gran Canaria, en un partido en que nos estábamos jugando medio ascenso. Descargué toda la rabia que llevaba dentro.

- Cambiando un poco el tercio, que no lleva esa intención esta entrevista, aquellos dos goles y el que le marcó en casa al Málaga han sido quizás los únicos de los 77 que celebró con verdadera rabia. Porque, perdone usted, pero a veces da la sensación de que ni siente ni padece sobre el terreno de juego.
- No te creas. La rabia va por dentro. Aquel gol ante el Málaga también lo celebré así. Has acertado plenamente (risas). Pero no fue por contestar al público ni nada de eso. Veníamos de una mala racha sin marcar, personal y colectivamente. Sentí un poco de alivio, porque, además, el gol llega muy pronto, nada más empezar el partido, y fuimos ya un poco mejor en todos los aspectos. Y los dos de Las Palmas, por todo lo que te he comentado antes. Además, veníamos de jugar en el Villamarín con el Valladolid y nos jugábamos medio ascenso allí. Por fortuna, ayudé a que todo saliera bien.

- Se marcha como primer capitán de un equipo que ha marcado, y eso es opinión personal del entrevistador, toda su carrera. ¿Qué sintió cuando le tocó afrontar esa responsabilidad?
- Ya lo había sido en algún otro equipo, pero no de la importancia de un club como el Betis. Te enorgullece por encima de todo, porque representas a todo un vestuario, una entidad y una afición. Es un privilegio. También por el número que aparece grabado en el brazalete, el 26, que me permite recordar a Miki Roqué. Sinceramente, nos dio una lección a todos de lucha, de cómo afrontar la vida. Dentro de lo delicado de su situación, nos mandaba mensajes él a nosotros de apoyo, de ánimo. Es algo muy positivo y admirable. Nos enseñó mucho a los que nos quedamos aquí. Por eso no te lo he nombrado como mi peor momento en el Betis. Se trata de un tema complicado, muy difícil, pero nos tenemos que quedar con lo bueno, con las ganas de luchar y de pelear que nos transmitió.

- Defiéndase si puede del comentario que más han utilizado sus detractores en estos seis años: Molina falla la más fácil y mete la más difícil.
- (Risas) Si lo metiera todo... Cualquier delantero del mundo falla. Seguro que alguna vez habré desesperado a alguno, pero espero habérselo compensado con más alegrías. Al final, hay que mirar un poco el balance general. No voy a decir que no haya fallado muchísimas ocasiones, y lo seguiré haciendo, pero la verdad es que siempre queremos meter todas las que tenemos, aunque no pueda ser. Con mis números, si lo hubiera metido todo, estaría ahí con Rubén peleando por ser el máximo anotador de la historia de este club (más risas).

- Una vez concluida la temporada, le quedan horas prácticamente en Sevilla, la que ha sido su casa desde el verano de 2010. ¿Hay preparado algo especial antes de decir adiós definitivamente?
- Esta semana hemos hecho una serie de actos con los compañeros, para juntarnos, comer, estar con la afición. Fuera del Betis, imagínate si he intentado quedar con gente para despedirme que me he quedado sin ratos libres, más allá del lunes y el martes, que me fui a la playa con unos amigos y mi mujer. Voy a tener gente de sobra para quedar. Eso será que he hecho buenos amigos aquí.

- Su niña, Mia, le ha robado todo el protagonismo en su despedida. El vídeo en el que identificaba no ya el escudo y la camiseta del Betis con su padre, sino el color verde, fue muy emotivo. A los últimos detractores béticos que le quedaran, seguramente, los terminó convenciendo.
- Fue un vídeo espontáneo que grabamos con mi hija en la mesa de casa. Intenté dibujar el escudo del Betis (que era difícil que lo reconociera, la verdad, con lo mal que dibujo, por lo que me ha salido lista) y ella enseguida lo identificó conmigo, con su padre. En la guardería ya me habían dicho que todo lo que veía verdiblanco lo llamaba papá. Sí que es verdad que he recibido muchos mensajes a raíz de ese vídeo. Cada uno expresa sus sentimientos a su manera. No me han gustado nunca las redes sociales (tengo Twitter, pero hace mil que no escribo), tocarme o besar el escudo, pero el sentimiento está ahí. Va a quedar ahí de por vida, eso seguro. Ya te digo a ti que va a ser imposible que no siga al Betis cuando me vaya, porque, además, soy un loco de este deporte. Mi beticismo va a perdurar. Jorge Molina y su familia seguirán siendo béticos siempre, aunque profesionalmente vaya a otro club y defienda otros colores. No concibo el resto de mi vida de otra forma. Y no lo digo por quedar bien; el que me conoce bien sabe que así va a ser con toda seguridad.
Unete a nuestro canal de Whatsapp Únete a nuestro canal de Telegram