El nivel de tolerancia con Luis Suárez y sus salidas de tono es mucho mayor

La vida sigue igual

La vida sigue igual
Poyet ha tardado sólo dos partidos en recibir su primera sanción como entrenador en la Liga. - Aitor Torvisco
Aitor TorviscoAitor Torvisco 3 min lectura
Nueva temporada en la Liga española, con nuevos jugadores, nuevos entrenadores y hasta con nuevos clubes. Hay muchas cosas nuevas, pero, al final, cuando el balón comienza a rodar, se ve que la vida sigue igual: unos que ríen y otros que llorarán.

A la primera oportunidad que ha tenido, el Comité de Competición de la RFEF ha sido fiel a las tradiciones en el fútbol patrio: los castigos ejemplarizantes son siempre para los clubes del sur de España -mejor que mejor si se trata de los sevillanos, pues las sanciones tienen más repercusión-, mientras mantienen la consigna de mirar hacia otro lado si la infracción la comete un jugador de los poderosos.

En este sentido, el protagonista del enésimo agravio ha sido el técnico del Betis, Gustavo Poyet, quien ha sido castigado con dos encuentros de sanción por su desafortunada -una cosa no quita la otra- apreciación a Clos Gómez, árbitro del Betis-Depor.

Según comunicó ayer la RFEF, en la suspensión del uruguayo se aplica el artículo 117 del código disciplinario, después de que el árbitro aragonés escribiera en el acta que el entrenador verdiblanco se dirigió a él a la conclusión del partido en los siguientes términos: "¡No vuelvas más; contigo perdemos siempre!".

La desconsideración, y por lo tanto la grave equivocación de Poyet, es evidente, pero, a simple vista, no resulta una falta de respeto digna de exageración. Es más, se queda en anécdota si es comparada con los ´piropos´ que dedicó el barcelonista Luis Suárez a uno de los jueces de línea del duelo que enfrentó a Athletic y Barça en San Mamés.

"Payaso, payaso, payaso". Hasta en tres ocasiones, con un gesto de máxima agresividad y voz en grito, el delantero culé se jugó la expulsión. No en vano, en ese momento en el que las cámaras de Cuatro captan su enésima salida de tono -es reincidente-, Mateu Lahoz le había mostrado ya una amarilla por protestar.

Sin embargo, el árbitro valenciano fue condescendiente y no recogió los insultos del charrúa, a quien, una vez más, le salieron gratis sus salidas de tono.

Siempre hubo clases y clases en el fútbol. La vida sigue igual.
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