El análisis

La diferencia se llama Musonda

La diferencia se llama Musonda
Hasta la salida de Musonda, el Granada sólo había sufrido con las internadas de Riza Durmisi - Álvaro Palomo
Álvaro PalomoÁlvaro Palomo 2 min lectura
La intención de Poyet partía de la idea desarrollada en Mestalla, con presión adelantada para recuperar lo más arriba posible y líneas juntas en la contención, pero difería de ella en su disposición a asumir un rol protagónico con un crecimiento de la iniciativa. El plan funcionó de inicio, con profundidad ofensiva merced a las subidas de los laterales, sobre todo de Durmisi, y a una fruición en la resta que permitía robar cerca de Ochoa. Pero esta aparente coordinación para acechar la salida nazarí no existía en la retaguardia, donde pronto se percibieron problemas en las basculaciones y un tremendo agujero por delante de la zaga.

Bastaba un cambio de juego para descomponer a la retaguardia verdiblanca y así llegó el 0-1 de Carcela-González. El tanto aumentó el desbarajuste, con un Betis que había perdido el temple en la contención, defendía alocado y concedió facilidades suficientes para que el Granada abriera brecha. Con 0-2 Poyet reaccionó, sentó a un Fabián superado y dispuso un 4-4-2 con la entrada de Musonda, que espoleó a los heliopolitanos. El belga otorgó movilidad a la proposición verdiblanca, encorsetada por la ausencia de ideas en la creación, y se multiplicaron las vías de peligro.

La reacción valió para acortar distancias antes del descanso y se prolongó en la reanudación gracias al dinamismo de un Musonda que electrizaba cada acción en ataque, contagió al resto y provocó la expulsión de Vezo. Su visión propició que Alegría neutralizara la ventaja con su doblete y su verticalidad acercó la victoria, pero, en plena locura, faltó acierto y apareció Adán para, al menos, retener un punto.
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