Hace bien Gustavo Poyet enviando al pasado lo que es parte del pasado. De nada le sirve ni a él, ni al Betis, seguir mirando a los errores arbitrales de las primeras jornadas porque desvía la atención del que debe ser el principal objetivo del equipo: hacerse fuerte en casa, asignatura pendiente en los últimos años. La afición quiere mostrar hoy su disconformidad con los arbitrajes, prepara cartulinas amarillas en señal de protesta y hará también alguna acción en redes sociales.
Hacen bien los béticos, pero deben saber que el derecho al pataleo no da puntos, que para que al final te den lo mismo que te quitan deben mover hilos en Madrid los dirigentes, Haro o Catalán, hablándole bajito a Villar, sin hacer el molestoso ruido que rompa el orden establecido, y mucho menos en año electoral. El Comité Técnico manda a pitar hoy a Álvarez Izquierdo, el mismo que acabó en la nevera en 2012 tras un escandaloso 2-4 ante el Atlético de Madrid en el que el Betis acabó con nueve jugadores (expulsados Perquis y Campbell). Mejor ni pensarlo. Mejor hacer como Poyet: olvidar el pasado y confiar en la sedante teoría arbitral del equitativo reparto de puntos a final de temporada.
Joaquín Adorna2 min lectura