Gustavo Poyet está ya muy cerca de someterse al primer balance acerca de la eficacia de su gestión al frente del banquillo del
Betis. El próximo sábado día 15, el mismo día que el conjunto verdiblanco recibe la visita del
Real Madrid en el
Benito Villamarín, el técnico uruguayo cumplirá el simbólico plazo de los primeros cien días en el cargo. Presentado en mayo, antes de que la plantilla se marchase de vacaciones, fue el día 7 de julio cuando echó a andar el proyecto heliopolitano de
Poyet.
¿Y por qué se cuentan justo cien días? ¿De dónde viene eso? Son dos de las preguntas que, a buen seguro, se harán muchos.
En este sentido, los expertos en política invitan a retroceder a 1933, año en el que
Franklin D. Roosevelt accedió a la presidencia de los Estados Unidos. El país estaba en plena crisis económica derivada del 'crack de 1929' y, nada más acceder al poder, utilizó el lema de los
"cien primeros días de gobierno" antes de adoptar sus primeras medidas. Era el origen del llamado 'New Deal' y del 5 de marzo al 24 de julio tuvo lugar esta revolución política que cambió el país y que luego han copiado todos los presidentes del mundo; siendo extrapolable, a partir de ahí, a todo tipo de gestor.
Así, ese plazo de cien días suele servir como referencia para medir las intenciones y la capacidad de la persona a la que han encargado esa gestión, así como el acierto o no del encargado de designarle, una vez concedido un tiempo para la adaptación y para romper con el legado
de su predecesor. Se supone que cien días es un plazo razonable para exigir, en este caso a
Poyet, que se empiece a ver a ese equipo "intenso", "competitivo" y "con gusto por el buen trato del balón" que prometió en su presentación oficial.
Hasta ahora, la irregularidad ha sido la nota predominante en siete jornadas en las que ha habido de todo. Desde partidos intrascendentes, como el 0-0 ante el
Depor; a desastres defensivos como el 6-2 contra el
Barça y a días de pobre rendimiento ofensivo, como el polémico derbi (1-0) o el último encuentro, la derrota en Anoeta (1-0), en el que ha sido el peor partido del
Betis en la 'era Poyet'. En el otro lado de la balanza están la victoria en
Mestalla (2-3), justo después del anterior parón, o el triunfo (1-0) ante el Málaga.
Por el camino hubo risas, serios enfados, piques con los medios y con los árbitros... Puede que el
Real Madrid sea el peor rival posible para hacer balance; pero con la enfermería cerca de vaciarse y con dos semanas sin competición, ha llegado la hora de exigir que se vea la mano de Poyet.