Finalmente, la decisión sobre su futuro no se tomará este lunes

Los siete pecados capitales de Poyet

Los siete pecados capitales de Poyet
La balanza de Poyet cae hacia el lado de los errores. - Carlos Pérez
Carlos PérezCarlos Pérez5 min lectura
Está más que en entredicho, por la afición y por buena parte de la directiva. Gustavo Poyet se encuentra en el disparadero porque se generaron unas expectativas con ´su´ Betis que no se están cumpliendo. Por estos motivos, el técnico charrúa podría ser destituido en las próximas horas, cuando en el seno de la entidad heliopolitana se debata sobre su continuidad, algo que por ahora queda pospuesto, al haber salido Miguel Torrecilla de viaje:

1. Planificación. La realizó, junto a Miguel Torrecilla, pensando en desarrollar una idea de juego (salir tocando desde atrás y morder sin balón) que no se ha visto nunca y sobre un sistema, el 4-3-3, que no ha funcionado, lo que demuestra que el perfil de los jugadores elegido no fue el acertado. Pese a llegar muchos mediocentros, falta un pivote con buena salida de balón, sobran delanteros y no se acertó con el recambio de N´Diaye, pese a que hubo mucho tiempo para ello.

2. Excusas. Ya en el primer partido, se enfrentó con el árbitro, al que le invitó a no pitar más en el Villamarín. Después, llegaron los enfrentamientos con la afición, a la que culpó de generar un ambiente que perjudica al equipo, y la prensa, la cual cree que no realiza sus análisis con objetividad y que influye en la respuesta que tiene la grada en cada partido. El equipo no se siente a gusto en casa, supuestamente, pero fuera ha suma exactamente los mismos puntos cada 90 minutos: uno.

3. Gestión de los recursos. Pese a que el plantel pueda tener taras, no hay ni un solo jugador que esté rindiendo a su nivel real. Ni los fichajes, a los que se les presupone más talento del que están mostrando, ni los que ya estaban en la plantilla. Bruno, clave en las temporadas anteriores, ha desaparecido. También Ceballos, pese a que al equipo le falta claridad con balón, y Rubén Castro atraviesa por la peor racha sin marcar de su carrera. Para colmo, ya está errando hasta Adán.

4. Cambios. Poyet no ha logrado ni una sola vez que el equipo mejore con sus sustituciones, lo que habla mal de la lectura del juego que realiza y de la toma de decisiones. En unas ocasiones las ha hecho muy tarde, como en Villarreal, y en otras se ha precipitado, habiendo quitado del campo, además, a los futbolistas, como Joaquín, que estaban teniendo más protagonismo. Cuando se ha puesto por detrás, en definitiva, el Betis nunca ha dado sensación de poder rascar algo.

5. Agotamiento. Tras persistir con el 4-3-3 una y otra semana sin obtener resultados, ha encallado en una especie de 4-4-2 asimétrico con el que el cuadro verdiblanco tampoco ha mejorado. En Villarreal se demostró que este Betis no tiene profundidad para asomarse al arco contrario ni tampoco seguridad defensiva para encontrarse a gusto replegado. En definitiva, sigue faltando un plan, un estilo. Nadie sabe, a ciencia cierta, a qué juega el cuadro de Poyet.

6. Psicología. El Betis es un equipo muy frágil mentalmente. Si encaja un tanto, se derrumba, sintiéndose incapaz de darle la vuelta a un resultado negativo. O bien los jugadores no atienden a sus mensajes, o bien el uruguayo está transmitiendo el equivocado. A su llegada, se le presuponía a Poyet una capacidad similar a la de Simeone o Berrizo, por nombrar algunos para conseguir que sus hombres crean. La confianza ha ido desapareciendo, en todos los estamentos.

7. Inseguridad. En estos momentos, salvo un siempre paciente Torrecilla, nadie en Heliópolis cree que en que pueda darle la vuelta a la situación. Su discurso, sus reacciones ante las derrotas y la ausencia de soluciones dejan entrever que mantenerle en el cargo sólo significaría perder más tiempo y restárselo a su posible sustituto, quien se encontraría con un calendario más cargado de llegar tras el parón liguero.
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