El banquillo del
Betis siempre es apetecible. No importa el momento que atraviesa la entidad. Además, hay consenso en el gremio de entrenadores de que el plantel de este año tiene potencial. Lo pensaba
Gustavo Poyet cuando firmó por el club de La Palmera y lo sigue pensando, aunque al técnico no le queda otra estos días que masticar su fracaso.
Porque la posibilidad de su continuidad en el partido ante Las Palmas sigue siendo, a día de hoy, remota. El
Betis, con
Torrecilla, su último valedor, a la cabeza, se afana en la búsqueda de un sustituto. El conjunto verdiblanco repasa su lista de futuribles -que existe, aunque no todos están disponibles- mientras siguen llegando ofrecimientos a las oficinas del
Benito Villamarín. Algunos altamente improbables, como los de
Pellegrini o
Gracia, que tienen importantes contratos firmados en China y Rusia respectivamente, y otros que, como reconocía ayer
Ángel Haro, se están "valorando". Fue la escueta respuesta del presidente acerca de la cuestión del entrenador. Garantiza Haro que están "trabajando por los béticos" y es cierto que el movimiento en las oficinas es importante, aunque sin frutos hasta la fecha.
Míchel, Guidolin...Los ofrecimientos son de lo más variopinto. No podía faltar, estando sin equipo, que sonara
Míchel, aunque su mal paso por el
Sevilla, amén del más reciente por
Marsella, es una traba para su llegada. El italiano
Francesco Guidolin es otro de los nombres que ha llegado a Heliópolis. El técnico transalpino, con amplia experiencia en los banquillos - Palermo, Monaco, Genoa, Bolonia o Atalanta-, fue destituido hace un mes por el
Swansea y es "una opción concreta" según publicaba ayer 'Tuttomercatoweb'.
El perfilPero todavía no ha surgido la oportunidad de firmar al entrenador que se amolde al perfil concreto que busca la entidad. En principio no se va a recurrir a un hombre de la casa como en el pasado con
Merino. La idea es buscar un recambio en el que concurran las características que demanda el consejo directivo. Y es parecido al que tiene
Poyet, pues el criterio no ha cambiado y lo que se pretende es dar continuidad a un proyecto en el que se sigue creyendo. Para eso hace falta un entrenador con un librillo similar al del charrúa. Un técnico que busque el protagonismo en los partidos y con carácter para llegar a los jugadores.
José Juan Romero, entrenador del Betis B, es una apuesta de futuro en el que se confía, pero por ahora todos en la entidad piensan que su sitio está en el filial y no quieren quemar esa baza prematuramente.
PoyetPor su parte,
Poyet sigue a lo suyo. Ayer dirigió su tercera sesión sabiendo que lo más probable es que no se siente en el banquillo del Villamarín en el duelo contra Las Palmas. Nada de lo que percibe desde la entidad le invita a pensar que la actual situación sea reversible. El exfutbolista uruguayo rumia estos días su fracaso en su primer proyecto en LaLiga mientras en los despachos se trabaja en su relevo sin que vaya a tener una última oportunidad.