Capaz de dejar a cero y robarle un punto al
Real Madrid y de perder en
San Mamés ante el débil
Formentera, el
Athletic llegará al
Benito Villamarín en medio de una racha de ocho partidos seguidos invicto entre todas las competiciones (cuatro empates y cuatro victorias), a pesar de que viene de ofrecer en el derbi vasco ante la
Real (0-0), en palabras de su entrenador su “peor versión” en los dos últimos meses y de que está hundido en una decepcionante decimocuarta posición, a sólo seis puntos de la zona de descenso pero a otros seis de los puestos europeos.
El conjunto bilbaíno va a tirones, a golpes de inspiración de sus estrellas, y es víctima de su propia indefinición. Suplir a
Valverde era complicado, pero a punto de llegar al ecuador de la temporada, aún no se intuye cuál es el plan de
Cuco Ziganda. Mantiene el dibujo de los últimos años, un 1-4-2-3-1, pero ha olvidado esa presión alta que tan buenos resultados le dio a su predecesor. Cuenta con jugadores con calidad técnica y velocidad para crear peligro con individualidades y discutir la posesión a su rival; pero lo basa casi todo al prehistórico ‘melonazo’ para que lo bajen
Aduriz o Raúl García (dos de los cinco futbolistas de
LaLiga que más duelos aéreos ganan).
Eso sí, este plan también le da buenos resultados. Además, lejos de sumar gente a la causa,
Ziganda desenchufa a jugadores como
Williams, Córdoba o Vesga -básicos al inicio de curso y cada día con un rol más secundario- en favor de otros como
Markel Susaeta o Mikel Rico.