ENTREVISTA

Tomás Calero, sobre Juande, Miki Roqué, Miguel García, el último derbi...

Tomás Calero, sobre Juande, Miki Roqué, Miguel García, el último derbi...
Tomás Calero siempre ha estado muy cerca de los canteranos, a los que ha cuidado con mimo durante todos estos años. - I. M.
Isabel MoralesIsabel Morales12 min lectura
Tomás Calero puso el pasado mes de mayo punto final a su trayectoria como máximo responsable médico del Betis, un club al que ha dedicado 26 años de su vida y al que llegó "casi por casualidad", como él mismo reconoce en una extensa a la par que interesante entrevista con los medios oficiales, en la que repasa sus años en el club, los momentos más duros, como la muerte de Miki Roqué, pero también otros como el último derbi en Nervión.

- ¿Cómo llegó al Betis?
- Fue casi de casualidad y un poco de urgencias. El doctor Ángel Formoso me llamó y me dijo que si quería formar parte de este proyecto tenía que presentarme al día siguiente en Sevilla. Yo estaba en Montpellier. Si no llega a ser porque una compañera catalana me dejó su coche, no hubiese podido llegar.

- ¿Qué se encontró?
- Yo llegué a una ciudad ajena a la mía y tengo que agradecer que mi bautismo bético a nivel profesional fuese de la mano de Luis del Sol, leyenda viva con un corazón enorme. Tuve a Vicente Montiel, que me enseñó a manejar los músculos. Tuve mi bautismo con Alberto Tenorio. Echamos muchas tardes juntos, fue el que me enseñó los entresijos del club.

- Así aprendió sobre fútbol.
- Lo cogí rápido. A mi me retiró una lesión. Los que sufrimos el vacío de una lesión entendemos cómo se pasa. He tenido una relación muy cercana con el jugador. Me pongo en su pellejo y sé lo que quiere escuchar cuando está así. A mí esa lesión me hizo estudiar medicina y me ayudó a mantenerme en mi cargo.

- Su relación con el club se ve interrumpida en el 91.
- No es que quisieran prescindir de mis servicios, pero me ofrecían 60.000 pesetas. La mitad de mi sueldo, que era 120.000 pesetas. Comenté que no podía. Tenía posibilidad de empezar por otro lado. Abrí mi rumbo hacia otros frentes hasta la famosa llamada de Luis Aragonés, que fue el artífice de mi regreso en el 97. Aunque esos años que no estuve vinculado al club, en realidad sí que lo estuve, le hacía todas las pruebas al equipo, hice dos pretemporadas...

- Juande Ramos le impactó, ¿no?
- Me impresionó porque tenía las ideas muy claras. Él analizaba el equipo y lo veía todo muy cuadriculado. Entrenaba para conseguir esos objetivos. A los de alrededor nos decía lo que quería cada semana, lo que necesitaba. Marcaba las directrices. No me extrañaron los éxitos que le llegaron después.

- Doblas casi no juega la final de Copa por una picadura.
- Ir de la mano de Lorenzo es vivir situaciones permanentes de tensión. Aquella final de la Copa tiene capítulos ocultos que no se saben todavía. Yo no disfruté de la final. Estaba tan abrumado... Lo único que disfruté fue la llegada en el autobús. Estábamos tan presionados. La picadura de Toni Doblas empieza en Isla Canela. El jugador recibe una picadura, una crema que no le sienta bien... Y en el AVE, viene Montiel y me dice que vea a Toni Doblas. Vimos que tenía el pie como una bota. Tuvimos que hacer cosas casi al margen de la ley, llamamos a la comisión antidopaje, incluso. No se lo queríamos decir al míster, porque Serra iba a explotar. El jugador no quería que se lo dijésemos. El míster no se lo creía. Fue Alberto Tenorio a por una bota del 47 para que le entrase el pie. Y al final conseguimos el triunfo.

- Y llega un momento muy complicado con Miki Roqué.
- A Miki yo lo conozco, porque estaba en el Betis B la temporada anterior. No era un jugador muy problemático a nivel de patología. Pepe (Mel) se encuentra que por contrato tenía que hacer la pretemporada. Al quinto entrenamiento se hace un esguince de tobillo. Decidimos que se vaya para Sevilla. Saliendo de la concentración, vimos que venía el míster y le dijo: "Acuérdese usted que yo este año voy a jugar en el Betis y voy a triunfar". A mí eso me marcó mucho. Tenía mucha personalidad. Y al final se cumplió lo que dijo. Él era muy meticuloso. Venía de la cantera del Barça y tenía mucho miramiento por su cuerpo, algo que me parece perfecto. Un día, llegó un fisio y me dijo: "Tomás, mira Miki que dice que todos los días cuando acaba le duele la parte del glúteo, y le he dado 20 veces y no se le quita". Le exploré y le dije que le había visto un bulto. Le dije que le iba a infiltrar para quitarle el dolor al cien por cien. Le infiltré con anestesia y a las dos horas le llamé para ver cómo estaba y me dijo: "Estoy mejor pero a mí no se me ha quitado el dolor". Entonces, llamé al doctor Pérez Hidalgo para decirle que teníamos un problema oculto. Enfocamos todo tipo de pruebas complementarias.

- Y descubrieron el cáncer.
- Se le hacen esas pruebas y por las imágenes vemos que es un tumor importante. Me voy a la unidad de oncología del Vírgen del Rocío. Allí lo ve el doctor Aurelio Santos. Él le ve y le dice que tiene mala pinta pero hay que hacer una biopsia y hasta que no se la hagamos no podemos saber. Ahí es cuando empezamos a sufrir la lesión de Miki Roqué. Tampoco queríamos dramatizar hasta tenerlo claro. Cuando lo confirmamos, fue la famosa llamada a Ponferrada. La leyenda comienza ahí.

- ¿Cómo se entera él?
- Yo no soy capaz de contárselo. No me veo preparado para decírselo porque yo no me dedico a eso. Le pido al doctor Santos del Virgen del Rocío que fuésemos los dos a decírselo. Quien se la da es el doctor Santos. Él al principio no se lo quería creer. Su preocupación era cuándo iba a volver a jugar. En una de las explicaciones más claras, se derrumba, nos ponemos a llorar. A partir de ahí, el jugador muestra entereza. Él decide que tiene que dar la noticia. Va sólo a darla. El club se porta con el jugador de una forma excepcional. Y ahí viene la otra grandeza, la de Rafael Gordillo. El Betis le tenía que decir en qué le podía ayudar. Yo, sabiendo cómo estaba el club, dije que la seguridad social era la mejor vía, y llegó Rafael Gordillo y dijo que mientras él fuera presidente del club, el jugador se trataría donde él quisiera. Y si el club tenía que jugar 20 partidos para pagar la enfermedad, lo haría. Y el club estuvo con él al cien por cien hasta el último día.

- Y su muerte...
- Él estaba al final tremendamente deteriorado. Cuando decimos 'que venga Dios y lo recoja' es para situaciones como ésta. Él estaba incapacitado. La primera intervención duró 16 horas. Fue la primera vez que yo hice un chat de grupo con los jugadores. En aquella época no era como ahora. Terminamos cerca de la una y media de la mañana y lo puse en el grupo y me contestaron más del 80 por ciento de la plantilla. Eso me enorgulleció.

- En Salamanca vivió un suceso con final feliz.
- El destino decía que Miguel García no tenía que morirse ese día. Hubo una serie de anécdotas que invitaban a pensarlo. En el calentamiento, yo no me suelo cambiar mucho de ropa. Iriney me dice: "Doctor, como salga usted con esa ropa se va a caer. Yo le aconsejo que se cambie". Y me cambié. Yo casi nunca voy en chándal y gracias a eso pudo tener una respuesta más rápida. Luego, se nos lesiona Miguel Lopes y en el descanso decidimos que aguante para hacer el cambio. Entonces, cuando el jugador se tira al suelo, como yo sabíamos que era teatrillo, me quedo sentado en lugar de ir a recibirlo a la banda y es entonces cuando mirando de frente veo caer a Miguel García a 30 metros de mí a plomo. Salgo corriendo y una luz divina me dice que tengo que empezar a trabajar con él. Gracias a eso dimos conciencia de que hacía falta desfibriladores en los estadios.

- Además, en el último derbi también se convirtió en protagonista.
- Veníamos de vivir una época difícil. Este año ha sido muy complicado. La gente recuerda los últimos seis partidos, pero la trayectoria de esta temporada ha sido muy complicada. Primero porque nos hemos adaptado a una forma de juego nueva, la derrota de Las Palmas... El día del Málaga ya hubo una conjura de las buenas, porque conjuritas he vivido yo 200. Yo ese día vi que el equipo estaba diferente, más motivado. Ante el Sevilla sabíamos que si perdíamos, al hoyo, y si ganábamos, íbamos para arriba. Nos presentamos sin el míster y con más del 60 por ciento del equipo que no conocía los derbis. Justo cuando llegamos del calentamiento veo que falta el sitio del entrenador. Veo que hay 2 o 3 minutos en los que nadie coge el liderazgo. Le digo a Marcos: "Me dejas decir unas palabras", y me salieron las palabras que me salieron. Y creo que ahora no sería capaz de repetirlas.
Unete a nuestro canal de Whatsapp Únete a nuestro canal de Telegram