OPINIÓN

Un plantel diferente, un estilo distinto

Carlos PérezCarlos Pérez
4 min lectura
Un plantel diferente, un estilo distinto
Se buscan motivos y culpables para comprender por qué el Sevilla es el colista actual de la Liga y quizá la respuesta, más allá de las lesiones (muchas y la última, de Banega, muy preocupante) o de algunas lagunas en la plantilla (la portería y el lateral derecho no se han mejorado y falta velocidad por fuera), se halle en una teoría irrefutable del fútbol: el estilo de un equipo lo marcan los jugadores, sus características. Diego Pablo Simeone, un entrenador cuyo fuerte carácter apenas permite ver su enorme inteligencia, lo ha captado muy pronto. El Atlético 15/16 mantiene la esencia inconfundible de los equipos del técnico argentino, pero ahora, por la mera presencia de Óliver Torres en el once, su transición ofensiva y la manera de generar ocasiones en tres cuartos, al tener que servirlas para Jackson, Ángel Correa o Luciano Vietto en lugar de para Mario Mandzukic, son diferentes.
Por Nervión, Monchi cerró el 90 por ciento del plantel para que el equipo llegase a tope a la ya lejana Supercopa de Europa. Incluso un ucraniano como Konoplyanka ha tenido tiempo suficiente para asumir el brusco cambio de vida que supone instalarse en el sur de España y los complejos conceptos que trata de inculcar en cada entrenamiento Emery. Pero ¿ha asumido Unai que esta temporada cuenta con una plantilla muy distinta? ¿Puede jugar exactamente igual que antes teniendo jugadores distintos? Rami o Andreolli no son Pareja, lo que ya condiciona la salida desde atrás; N’Zonzi, por mucho que confunda su imponente físico, no es un M’Bia; ni Konoplyanka se parece a Aleix Vidal, como tampoco Immobile ni, sobre todo, Llorente son Bacca.
El Sevilla, hasta el momento, sólo ha sido reconocible contra el -ahora cadavérico- Mönchengladbach. El vasco, ante la pérdida de fútbol del equipo, regresó ahí a lo conocido, dándole la titularidad a quienes ejecutaban de memoria una idea de juego ya implantada y exitosa. Y no es que los nuevos no sepan plasmarla o no la entiendan; es que posiblemente no puedan hacerlo: son futbolistas diferentes a los que dieron sentido e hicieron suyo dicho estilo.
Los paralelismos con el Sevilla de la 13/14, más allá de la clasificación a estas alturas de temporada, son evidentes. Emery se empeñó en salir de una manera, con 4-4-2 y Rakitic como mediocentro, que iba contra natura. Gameiro y Bacca eran incompatibles y el equipo se partía tras la pérdida de balón. En Cornellá (jornada 13), ya con la soga al cuello, dio con la tecla: colocó a Iborra junto a Carriço o M’Bia y al croata en la mediapunta, con un sólo hombre arriba. Ese día se gestó un Sevilla al que, manteniendo al camerunés y cambiando a Rakitic por Banega, se le dio continuidad el siguiente ejercicio, con meros pequeños matices. Esta vez, sin embargo, los perfiles de M’Bia, Aleix o Bacca no se han cubierto en verano por otros idénticos; se han modificado, por lo que este Sevilla, el cual nunca debería perder sus señas de identidad (intensidad, constancia, humildad), tiene que ser distinto.
En Emery, que para inri estará un mes sin Éver Banega -quien daba sentido a su ataque posicional-, está el averiguar a qué y cómo debe jugar su Sevilla, cuando asimile, de una vez por todas, que son los jugadores los que marcan el estilo de un equipo.
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