Opinión

Señor Abelardo

Carlos PérezCarlos Pérez
3 min lectura
Señor Abelardo
- Carlos Pérez (@carlosperezED)
Señor Abelardo, supongo que hoy se habrá levantado arrepentido, que se habrá percatado, mientras tomaba café, de que equivocó el tiro, de que el público no le pita por lo que escriba o diga un periodista en concreto tras una derrota, una más, sino que lo hace porque tiene al Sporting en puestos de descenso en la Liga y con pie y medio fuera de la Copa del Rey.

Supongo, señor Abelardo, que hoy habrá entendido que todo eso es reseñable y que un diario, como un técnico, no tiene que quedarse sólo "con lo bueno", como tampoco que una persona debe sentir los colores para ser buen periodista. Es más, ni siquiera el entrenador del Sporting tiene que sentir los colores para ser buen entrenador del Sporting. Simplemente, tiene que ser buen profesional, como el periodista, que es libre de llegar a casa y darle un beso al póster de su equipo o a su carné de abonado, pero que únicamente tiene que ser socio de la verdad cuando esté trabajando, le guste o no al protagonista. No escribimos para contentarle a usted, sino para informar con el mayor rigor posible.

Fíjese, señor Abelardo, que yo, que he visto todos sus partidos y no tengo nada a favor ni en contra de usted, he percibido también que su equipo tiene problemas en la finalización, que deja mucha distancia entre líneas, que le suelen hacer daño por fuera y que es frágil en el juego aéreo y a balón parado. ¿Que hace también muchas cosas bien? ¡Claro que sí! Pero se trata de que usted, atado en la planificación de pies y manos, trate de mejorar lo que hace mal para lograr una nueva proeza de salvar a su equipo. Y tenga claro que no será culpa de la prensa si no lo consigue. Ya le digo que equivoca el tiro.

Por último, señor Abelardo, entiendo que estará arrepentido por las formas. Ni siquiera teniendo razón hubiese estado justificado el insulto y el maltrato público. Ningún profesional de la comunición ha dicho o escrito que usted y su "puto" equipo son "unos impresentables" por no ganar partidos, ni ningún profesional de la comunicación debe aceptar su invitación al servilismo y lo tendencioso. Aunque le extrañe, porque ha emanado un periodismo deleznable que vive del fanatismo y la polémica, no es necesario trabajar con la camiseta de un equipo puesta para ser buen profesional, algo que también convendría que entendiese el propio periodista, cuya defensa fue aún peor que la de su Sporting.
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