Opinión

Sampaoli, no escuche y siga

Carlos PérezCarlos Pérez
3 min lectura
Sampaoli, no escuche y siga
- Carlos Pérez (@carlosperezED)
Algunos ya le seguíamos. Fueron muchas #nochesgolfas de poco sueño y mucho disfrute viendo a su inolvidable U de Chile en la Copa Sudamericana. Por eso, tampoco nos impresionó que ganase después la Copa América o que doblegara a España en el Mundial de Brasil. Todo hay que decirlo, en parte por el nivel con el que llegaba la selección de Del Bosque y su discutible lista de convocados.

Que pudiese recalar en el Granada sí nos resultaba sorprendente, aunque a la mayoría le sorprendió más que acabase en el Sevilla con el "vendemotos" de Juanma Lillo, pues usted no sólo era "otro loco", sino también "un payaso", al que sólo le faltaba "la peluca y la trompeta".

El tiempo, más necesario aún cuando una plantilla sufre profundos cambios y estando tan arrigada en el club esa fiolosofía diametralmente opuesta a la suya como la de Unai Emery, le ha ido dando la razón, pese a que muchos se la negasen para colgarse ellos mismos las medallas: "Le habrán llamado la atención desde el club para que cambie la forma de jugar, porque así no iba a ninguna parte".

Era, sin embargo, cuestión de conocer en profundidad a los jugadores, de encontrar compatibilidades entre los mismos, de sumar entrenamientos, asentar conceptos y analizar rivales. Hoy su "Amateurismo" tiene muchos más adeptos, claro.

Ya, la mayoría se ha percatado de que no se trataba de hacer un juego de posesión, de tener el balón por tenerlo, sino de hacer un juego de posición, de saber perfilarse cuando se tiene la pelota y de presionar en el lugar correcto tras la pérdida. De que salir con sólo dos o tres defensas no es ningún suicidio, que te crean menos ocasiones cuanto más lejos esté el balón de tu portería o que no se roba más por tener más físico, sino por ocupar mejor los espacios.

Hace usted bien, pues, en no escuchar y continuar su camino. Y quizá, pese a todo, se vaya de Sevilla sin lograr ningún título, pues no deja de ser algo extraordinario pese a que el Sevilla lo ha convertido en habitual. La cuestión es que, como en Argentina o Chile, en España ya muchos nunca dejarán de seguirle, aunque dirija a sus equipos vestido de payaso, con peluca y trompeta.
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