Setién gana el juego de los errores

Fue mucho más entretenido que aquellos intensos y trabados derbis de empate a cero goles y muchas patadas, desde luego, pero de buen fútbol, lo que se entiende por jugar bien -y no bonito-, ha estado también cortito. Eso sí, que me quiten lo bailao, pensarán los béticos.

Los onces de dos técnicos superofensivos en sus planteamientos invitaban a pensar que habría ida y vuelta, aunque era difícil pronosticar un encuentro tan, tan loco, con un gol pasados los 20 segundos, cuatro antes del descanso y otros tantos en el segundo acto. Adán y Rico no realizaron ni una sola parada porque en todo los tantos estuvieron vendidos por sus defensas, que desfilaron en cabalgata. 

Echando la vista un poco atrás, realmente no extraña. El Betis ya nos había brindando varios encuentros de este tipo, mientras que el Sevilla, al no funcionar como equipo, estaba acostumbrado a tener que tirar de épica para maquillar marcadores adversos. Tras el paso adelante dado en Cádiz, donde se le vio más conjuntado y con alguna idea de a qué jugar, esta noche ha dado varios hacia atrás.

Se equivocó Montella metiendo al 'Mudo' de inicio, se equivocó más tarde, sustituyéndole por Correa y no por un Sarabia a quien maltrata cada entrenador que llega nuevo, y se equivocó igualmente en los otros dos cambios. Tras cada uno de ellos, el Sevilla fue a peor y el Betis, al que le encanta el intercambio de golpes y que salió a morder desde el primer segundo, lo aprovechó, hasta en cinco ocasiones.

Setién, en cambio, gestionó mejor el encuentro, casi siempre con ventaja. Tuvo que lidiar con la lesión de Barragán y arriesgó metiendo a Francis; pero es que más tarde volvió a tomar una decisión controvertida, quitando del campo a Joaquín. Le salió perfecto. Los puntos para el cántabro valen triple: por ganar, por lograrlo en casa del eterno rival y por hacerlo a su modo.