Lleva unas cuantas semanas el Betis subido en el trampolín. Probando su elasticidad. Vislumbrando el escalón superior. Fantaseando con unos objetivos más ambiciosos. Pero, de momento, no termina de dar el salto. Tampoco se ha bajado de esa peana, la verdad, por lo que la esperanza de no tener que conformarse únicamente con una salvación holgada -cualquier sufrimiento, visto lo visto por abajo, se antoja improbable- sigue viva.
Lástima que, en esta fase crucial del calendario, se eche de menos esa efectividad en las dos áreas que catapultó a los verdiblancos nada más aterrizar Víctor Sánchez del Amo. La mejor noticia es que las sensaciones sonríen en Heliópolis, porque, gracias a Dani Ceballos y al buen tino (por ahora) de Torrecilla en el mercado invernal, la seguridad, la confianza y el juego se han conjugado felizmente para que el optimismo se instale de una vez por todas en el Benito Villamarín.
En el otro lado de la ciudad, los de Jorge Sampaoli necesitan recuperar sensaciones en la segunda vuelta, que ha empezado con un parco bagaje (un punto de seis) que evitó la consolidación de su candidatura al título de Liga. Bien es cierto que, al contrario que en otras victorias por la mínima, los resultados nervionenses no premiaron su fútbol. Otro motivo para creer.
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