No es porque el Betis se juegue mucho, porque tiene margen de sobra para estar tranquilo, ni porque el 'average' particular con Osasuna pueda decidir su posición en la tabla, pues le separan 17 puntos de los navarros, ni porque no tenga margen para reaccionar... pero todo lo que no sea ganar hoy se considerará como un fracaso absoluto.
Las palabras de Torrecilla del pasado jueves han enfadado al beticismo, harto de promesas incumplidas, pero más aún de que lo tomen por todo y le digan que es mejor quedar más atrás con buenas sensaciones que entre los diez primeros con buenas. Sobre todo porque las sensaciones, precisamente, no están siendo positivas, exceptuando el partido del Santiago Bernabéu. Por eso es una final, porque si hoy no se gana, más de un aficionado le recordará al director deportivo y a la directiva que se meta las sensaciones donde le quepan.
Y le dirá que si no es capaz de vencer a un equipo que está virtualmente descendido y que sólo lleva una victoria en 27 partidos a qué quiere aspirar la próxima temporada, que tendrá al mismo entrenador y a la mayor parte de esta plantilla. Al menos, eso es lo que aseguró Torrecilla en su comparecencia. Por eso, quieran o no es una final.
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