El mensaje de Quique Setién a Rubén Castro resulta tan oportuno como apropiado y necesario. Porque entre elogios también hay cabida para la realidad de que en este Betis, con un nivel considerablemente más elevado que años atrás, no se regalan minutos y quien los quiera debe ganárselos con compromiso y aportación para alcanzar los objetivos.
Hecha la pertinente advertencia, lo siguiente es rentabilizar a un ídolo que regresa a casa con la ilusión de sumar y con números a sus espaldas que garantizan que para nada ha perdido su olfato.
De Setién depende ahora gestionar con acierto el tridente de lujo del que dispondrá a partir de enero para extraer el máximo rendimiento de cada uno de ellos para impulsar el proyecto. Si todos ponen de su parte, Rubén se erige en un refuerzo de lo más aprovechable.
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