Oportuna solvencia

No hay más brillo que el que acompaña a los que se acostumbran a ganar. Mucho mejor, qué duda cabe, que los triunfos lleguen tras encuentros en los que se borda el fútbol y se aplasta (futbolísticamente hablando) a los rivales, aunque, a la postre, la competición suele premiar al que acumula muchos puntos, no al que mejor juega. En su búsqueda de la excelencia, el Sevilla se ha erigido en un rodillo del pragmatismo y de la eficiencia. Vence y vence por castigo.

Con la de ayer, son ya tres victorias consecutivas en otros tantos partidos oficiales. Cinco sin perder. De hecho, en sus últimas nueve comparecencias, solamente saboreó la hiel en el Camp Nou, firmando un empate apurado contra el Liverpool y celebrando con una amplia sonrisa en las otras siete ocasiones.

Un camino dorado que, de prolongarse el próximo miércoles en Eslovenia, dejará a los de Berizzo y Marcucci en octavos de la Champions. Sumando y siguiendo.