Una crisis como la que atenazaba al Sevilla necesitaba un golpe de autoridad de estas dimensiones. Inesperado. Directo a la esperanza y pleno de sensaciones positivas para enterrar las dudas y protagonizar la reacción que tanto se ha demorado.
El equipo ha respondido a las críticas y a la exigencia de la afición como debía, con la intensidad y el pundonor que exige la profesionalidad y merece el escudo que defienden. En un escenario fortificado. Ante un Atlético enrachado. Un triunfo de prestigio construido desde el orden y una evidente mejoría en aspectos básicos que se habían convertido en un lastre para los nervionenses.
Había que empezar por el principio y Montella lo ha hecho con un sistema adecuado para la ocasión consciente de que el plantel atesora calidad y precisa el blindaje necesario para que luzca en el momento justo. Es un paso de gigante para establecer las bases del que debe ser el despegue definitivo del proyecto.
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