Desde fuera siempre se aprecia una perspectiva diferente, sin connotaciones emocionales y, habitualmente, más imparcial, mientras que desde dentro influyen factores menos objetivos y también matices imperceptibles desde la distancia.
Por ello, a la hora de realizar valoraciones se precisa hallar el término medio para no dejar escapar la oportunidad de disfrutar de aquello que más allá de las fronteras se le otorga un valor muy distinto al que se le concede en su propia casa.
Ocurre con Sergio Rico, criticado a veces con desmesura en Nervión y situado fuera entre los diez porteros con más cotización en el mercado, codeándose con los mejores del mundo. No quiere decir que esta última perspectiva sea más válida que la de aquellos que lo ven cada partido pero sí que invita a pensar en la necesidad de valorar a Rico en su justa medida.