Pablo Machín ha revalorizado durante años hasta extremos insospechados la plantilla del Girona merced a su capacidad para exprimir los recursos de los que dispone, una virtud con la que Unai Emery recondujo al Sevilla hacia la gloria.
Como en su momento el vasco, quizás en una menor medida, el soriano asume el mando en un momento delicado, tras una temporada extraña y con la plantilla por debajo del valor con el que arrancó tras una inversión multimillonaria.
Pero Machín viene de un escalón inferior y está acostumbrado a maximizar el rendimiento de cada jugador, lo que fue una de las razones por las que Caparrós apostó por él. Un técnico que admira el talento del plantel nervionense y que, a falta de los refuerzos específicos para su estilo, se frota las manos con la materia primera que ya tiene.
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