El miedo cambia de acera

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El miedo cambia de acera
- 19/03/2014
El derbi europeo ha sido el del miedo. Desde que se conoció el posible cruce en octavos, amigos béticos y sevillistas me han confesado la inconveniencia de un cruce sevillano en la Europa League por lo contraproducente que puede ser para la recuperación liguera de ambos y porque el perdedor quedará para siempre en la historia, lo que da una muestra de que, en lo que al derbi se refiere, en Sevilla se tiende a pensar más en la vergüenza del perdedor que en la gloria del ganador. El mismo José Castro reconoció que hubiera preferido recorrerse el continente para ir a Kazán antes que este cruce cainita.


Y es que, antes del encuentro de ida, el miedo era más evidente en el bando blanquirrojo. Están peleando por Europa, mientras el eterno rival andaba (y anda) enfangado en la lucha por salir de la última plaza. Tenían mucho que perder y menos que ganar por su papel de favorito (a priori, porque en estos partidos los favoritismos los carga el diablo).


El 0-2 de la ida ha cambiado las tornas por completo. En la carretera de Utrera llevan una semana hablando de conjura y de remontada, un espíritu al que ha contribuido notablemente el 4-1 al Valladolid con el que los futbolistas nervionenses se han recordado a sí mismos que tienen potencial para ponerle picante a la eliminatoria cainita. Ahora son ellos los que tienen menos que perder.


En el Betis, en cambio, más que de la confianza por la solidez ganada en los últimos choques se habla de sufrimiento para alcanzar los cuartos de final, en una muestra de que el miedo ha cambiado de acera, aunque el temor bien entendido previene confianzas y alerta a los sentidos.
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