Ver a poco más de 8.000 personas en los estadios entre la ida y la vuelta es suficiente para conocer el valor que las aficiones de Betis y Almería han dado a esta Copa del Rey. Cada año este torneo que siempre se ha mirado con ilusión por los clubes va perdiendo alicientes. Los encuentros a doble partido, los horarios intempestivos y los sorteos conocidos de antemano -después del Almería al Betis le esperaba el Getafe- han restado mucha emoción al torneo.
Merino consiguió al menos que su equipo compitiera, aunque nunca dio la sensación el Betis de lanzarse a por la remontada, con Molina y Rennella demasiado lejos del resto de sus compañeros. La batalla importante para el linense y sus hombres llegará el fin de semana ante el Racing, con la posibilidad de despedir el año con cuatro victorias seguidas y muy cerquita del ascenso directo. Un aliciente que sí motiva, y mucho, en el Benito Villamarín.
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