Ha conseguido el
Sevilla que la espinosa cuestión de las rotaciones se haya convertido en la normalidad. Si
Luis Enrique provocó un incendio que casi le cuesta el puesto por dejar en el banquillo a
Neymar y
Messi en Anoeta y
Ancelotti ha visto cómo se le iba la
Copa, entre otras cosas, por falta de frescura, a Emery las variaciones en el once le están sirviendo para dosificar esfuerzos y para tener a toda la plantilla enchufada para las tres competiciones.
Esto no es sólo mérito del entrenador. También de un grupo de futbolistas con hambre y con ganas de conquistar plaza en un once de gala en el que sólo unos privilegiados -
Beto, Carriço, Pareja, Krychowiak y Bacca- están claramente por delante de sus competidores. El resto está protagonizando una disputa en buena lid por convencer al entrenador de que su participación es necesaria para que el
Sevilla mantenga su impresionante ritmo.
Normalmente, a quienes es más difícil de convencer de esa cultura del esfuerzo es a los genios y ahí se han ganado una mención especial
Reyes,
Deulofeu o
Aspas. Han sido futbolistas que han ayudado mucho a que el Sevilla avance en la
Copa y la
Europa League y que, en el caso de los dos primeros, les ha valido para tener un mayor protagonismo en la
Liga, que es, al fin y al cabo, la competición en la que todos quieren sentirse importantes.
Ahora que la final de la
Copa ha pasado de posibilidad a objetivo, algo así como la clasificación para la
Champions, está por ver si
Emery prima la opción de pelear por un título, como ocurrió con la
Europa League la temporada pasada, o si decide mantener en el once al grueso de los futbolistas que han llevado al equipo hasta los cuartos de final de manera brillante. Visto lo visto hasta la fecha, lo difícil será que el vasco se equivoque con la elección.