Víctor Sánchez del Amo pertenece a esa nueva estirpe de entrenadores estudiosos del fútbol que técnicos como Unai Emery han colocado en la cúspide de los banquillos. Supone un giro con respecto a lo que representaba la apuesta por Poyet, un técnico en el que se confió, entre otras cosas, por su supuesta capacidad para llegar a la plantilla y despertar un espíritu competitivo que no se ha visto en estos meses.
Amigo de las nuevas tecnologías vinculadas al balón, a Víctor le queda dar el paso que le permita empatizar con sus profesionales. Eso fue lo que echó por tierra todo lo bueno que había sembrado en sus primeros meses en el Deportivo y que acabó con una salida casi por la puerta de atrás de la entidad coruñesa. En su etapa en el Sevilla, a la sombra de Míchel, ya se encargaba de buena parte de la faceta táctica y de la estrategia, mientras que el 'jefe' ponía la cara ante los medios y gestionaba el trato con el plantel. Víctor estaba detrás de ese fútbol de laboratorio que tanto cuesta llevar a la práctica, pues ya se sabe que los futbolistas son, por lo general, dispersos. Lo que más puede costar al preparador madrileño es lograr esa conjunción entre el analista y el gestor de recursos. Sus primeros mensajes, con guiños a la afición y a Rubén, van en línea con lo que demanda la situación. El primer objetivo, rebajar la crispación, está logrado.
Enrique García